Cuando el uso de las computadoras personales comenzó a extenderse hubo bastante preocupación de que estas les quitaran el trabajo a muchas personas. Recuerdo cuando un empleado del aeropuerto de El Salvador dijo a alguien que traía una computadora de Estados Unidos: “¿Sabe que esas cosas les van a quitar el empleo a los salvadoreños?”. Aunque efectivamente las computadoras produjeron, más que despidos, desplazamientos en los centros de trabajo, no se dio el despido masivo que había sido pronosticado. Por el contrario, la era cibernética ha hecho que emerjan una vasta cantidad de nuevas ocupaciones y profesiones.
El conocimiento de programas computacionales sí ha producido una mayor selección en la fuerza laboral, pero ha habido también una progresiva adaptación.
Ahora la preocupación es con respecto a la automatización y la robótica. Las máquinas que ejecutan, por ejemplo, procesos de ensamblaje u otras labores repetitivas, podrán sustituir a las personas que previamente las hacían directamente. Los robots, que han alcanzado un alto grado tecnológico y de versatilidad, pueden desarrollar múltiples trabajos. Estas máquinas inteligentes aventajan al humano en varios aspectos, pueden ejecutar funciones las 24 horas del día sin cansarse, no van de vacaciones y no opinan sobre las instrucciones recibidas.
En un reciente programa en CNN Andrés Oppenheimer entrevistó al Dr. Carl Frey, un experto en Tecnología y Trabajo del Departamento de Economía de Oxford. El Dr. Frey ha estudiado por largo tiempo la dinámica del empleo en la era digital. Él estima que para los próximos 10 o 20 años los procesos automatizados y los robots sustituirán a los humanos en muchas de las labores que ahora estos ejecutan. Indica que son alrededor de 700 las ocupaciones en que se pueden usar máquinas en lugar de personas. Para citar solo unos ejemplos las máquinas o robos programables podrán sustituir taxistas, motoristas en general, meseros, empleados limpieza de hoteles y edificios, obreros de fábricas, y hasta muchos burócratas y asistentes de profesionales. Y en las ocupaciones que los robots ejecutan el riesgo de error es prácticamente nulo.
Las ocupaciones más susceptibles de la sustitución son aquellas que son repetitivas, que producen elementos estandarizados y en las que se usa fuerza física. Se habla ahora de habilidades blandas versus habilidades duras. Las blandas son factores personales de interacción social y laboral, de efectividad personal para lograr cosas; es una forma de inteligencia social. Las habilidades duras están relacionadas con cuestiones más técnicas y formales, como la capacidad de conocer el funcionamiento de algo o de elaborar un producto. Tradicionalmente se ha dado más énfasis en las habilidades duras al contratar a una persona. Esto cambiará pues resulta que las duras son más susceptibles a la sustitución. Tampoco es que sólo servirán las habilidades blandas. Es la combinación armoniosa de ambas lo que se buscará.
Actualmente un limitante de los robots es su precio, de compra y mantenimiento. Cuando el costo baje a un nivel accesible veremos qué pasa.
Las preguntas naturales ante lo que viene son: ¿Tendrán trabajo mis hijos cuando crezcan? ¿Cómo puedo guiarlos? En lo particular tengo fe en que la Humanidad podrá adaptarse a los cambios que traerá la modernización. La Historia ha dado ejemplos de esta adaptación. La clave será obviamente la educación, una que combine sólidos conocimientos y destrezas con habilidades interpersonales y de comunicación. La adecuada preparación es lo que hará que nuestros hijos puedan usar un robot pero que no sean sustituidos por uno.
* Médico psiquiatra
y columnista de El Diario de Hoy