En la Enciclopedia de la Política de Rodrigo Borja se hace un buen resumen de la conocida frase, que “apareció en Hamlet, el drama trágico escrito por el célebre dramaturgo inglés William Shakespeare en 1601… En una de las escenas de la obra que se desarrolla en la explanada del palacio real de Elsingor, el príncipe Hamlet escucha a su centinela Marcelo pronunciar la frase que se tornó célebre, algo huele mal en Dinamarca, antes de que apareciera el fantasma de su padre, rey de Dinamarca, quien se presentó para hablar a su hijo e informarle que acababa de ser asesinado por su hermano Claudio para usurparle la corona y casarse con la viuda. Inmensa fue la tristeza que embargó al príncipe Hamlet. Quisiera que mi cuerpo se desintegrara en lágrimas, exclamó, al saber que su madre había subido al tálamo incestuoso. Y se propuso asumir la venganza contra su tío, el asesino, para lo cual simuló haber caído en la locura”.
De inmediato hay que señalar que la lectura o re lectura de los clásicos, en este caso de Shakespeare, es clave, fundamental no solo para enriquecer el intelecto y tener más elementos que permiten tratar de entender la sociedad y sus actores, sino acercarnos a los vericuetos del hombre y su intrincado mundo de pasiones y dramas.
Sí, tras el asesinato del rey de Dinamarca por su hermano para la toma del poder se desencadenan otros hechos que tocan el mundo de las pasiones, sí, el incesto…y esto realmente huele mal….
También huele mal lo que está sucediendo en nuestro El Salvador, no solo por los altos índices de violencia, en las últimas semanas exacerbado por el alza en los asesinatos de policías, soldados y mareros, sino por lo que el presidente de la República llama “emergencia fiscal”.
Luego de idas y venidas en torno a la violencia e inseguridad, el salvadoreño honrado, trabajador, la mayoría sin duda alguna, no sabe sí regresará a su casa con bien, sobre todo ahora que el blanco de los asesinatos son los miembros de la PNC y el ejército, los que están dedicados a guardar la seguridad.
Además, cada vez más se ve como normal y natural por parte de la ciudadanía, que en la mayoría de ocasiones finge demencia, sobre las muertes de desconocidos, en enfrentamientos armados pero que en realidad tienen características de ser “ejecuciones” fuera de la ley.
El discurso se endurece y ahora los reos no tienen derecho ni a “tomar el sol”, no se diga las redadas masivas a diestra y siniestra, mientras los mareros actúan a mansalva.
Huele muy mal también el abordaje a la llamada “emergencia fiscal”; si bien es cierto se ha llegado a un arreglo primario para enfrentar los gastos de final de año, pareciera que los acuerdos, lejos de acercar a las partes, pareciera que cada vez más hay un distanciamiento y se aleja la búsqueda de soluciones más estructurales que den viabilidad financiera al país a mediano y largo plazo.
Hay posiciones encontradas que muestran profunda divergencia y desconfianza entre los actores de uno y otro lado, es más, en cada una de los extremos hay divergencias al interior de sus posiciones que hace difícil y complicado la búsqueda de acuerdos de consenso…. entre otras cuestiones porque no hay consensos mínimos en las partes.
El gobierno y el partido oficial, el FMLN, tienen diferencias grandes, lo mismo sucede en la oposición que tiene ideas divergentes y en algunos momentos en un mismo partido aparecen díscolos que enturbian aún más el ambiente. Por si fuera poco, este primer acuerdo entre el gobierno y ARENA con la intención de finalizar con los gastos del año, está entrampado nuevamente, ahora por no está elegido el magistrado presidente de la Corte de Cuentas quien debe rubricar los trámites para gestionar un préstamo “puente” para luego salir a la venta de los bonos por un poco más de 550 millones de dólares.
Como dice la frase, “cosas veredes, amigo Sancho”, cita atribuida a los personajes del Quijote aunque no está en la novela, sino en otras obras clásicas como el Mío Cid, y que muestran la perplejidad de las cosas, como se expresan a diario en la radio, la televisión, la prensa o en las redes sociales, por lo general encendidas y maximalistas en el caso de los políticos, apocalípticas cuando son hechas por las voces oficiales, o minimalistas cuando se trata de los llamados analistas económicos o políticos que a diario pontifican sobre el tema, muestran un ambiente enrarecido, mostrando que en realidad algo huele mal en Dinamarca.
*Editor Jefe de El Diario de Hoy.
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