Historia de dos ciudades

Enfocarse en crear ciudades sostenibles es la vía ineludible que debemos tomar si no queremos que en El Salvador el "peor de los tiempos" se instale definitivamente.

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21 November 2016

De todos es conocida la famosa obra de Dickens  “Historia de dos ciudades”, sobre París y Londres durante el siglo XVIII. La primera representa la situación de conflicto y cambios sociales y, la otra, el orden y la paz, es decir: los ‘peores tiempos’ y los ‘mejores tiempos’. 

En nuestro caso, cuando firmamos la paz tuvimos la expectativa de mejores tiempos, pero 25 años después la mayoría podría percibir que estamos en el peor de los tiempos, ante una crisis compleja y con falta de perspectivas hacia el futuro… Pero yo creo que también estamos en el mejor de los tiempos, porque la ciudadanía está ejerciendo cada vez más su rol protagónico en función de la transformación de la sociedad, con una mayor exigencia de honestidad, transparencia y eficacia.

San Salvador ha sido catalogado por Los Angeles Times como ‘la capital de los homicidios del mundo’ y por Huffington Post como ‘el país más violento del mundo en tiempos de paz’. Admitámoslo, esto no es nada alentador. Hablamos mucho de la paz pero no la hemos vivido. Un ejemplo de ello es la desesperación diaria de la mayoría de los ciudadanos ante esta tan ‘real percepción’; es lógico que muchos buscan salidas en la migración o en una resignación malsana.

Lo cierto es que las políticas públicas para mejorar las condiciones de seguridad y desarrollo no han sido eficaces. Al contrario, el Gobierno trabaja bajo el enfoque del ‘Némesis’ (la destrucción del enemigo) que, inspiradas en cierta desesperación y ánimo de venganza, generan más duda y confusión que tranquilidad y seguridad; esta política puede, incluso, generar mayor violencia.

¿Qué es lo que hace falta en la formulación de las políticas públicas? Las transformaciones sociales surgen desde los territorios y se hacen sostenibles en ellos, y por tanto, uno de los grandes ausentes en la formulación de políticas coherentes e integrales han sido los gobiernos locales y las comunidades.

Este año participé como parte del comité de selección del Mayors Challenge (el Reto de los Alcaldes) de América Latina y el Caribe, promovido por Bloomberg Philantropies, y que en años anteriores se realizó en Europa y Estados Unidos. Con ideas muy audaces —visionarias, innovadoras y sostenibles— participaron 290 ciudades de 19 países de la región para resolver problemas complejos de las urbes modernas. Comparto esta experiencia porque quiero destacar el potencial que tienen las ciudades para enfrentar problemas complejos y convertirlos en oportunidades de desarrollo sostenibles.  
 
Las principales ciudades en nuestro país no están alejadas de los problemas que las grandes urbes enfrentan ni de los efectos de la transición demográfica, entre ellos: el subempleo; la inseguridad; la migración interna; el bono demográfico (relación económica entre la población productiva y la inactiva); la urbanización acelerada y la proliferación de asentamientos humanos irregulares (precarios), lo que contribuye al aumento del riesgo ambiental.

Asimismo, hemos avanzado en un marco normativo que considera el desarrollo y ordenamiento territorial, un fondo para el desarrollo económico y social (Fodes), y la instalación reciente de los Concejos Municipales Plurales, instrumentos importantes para avanzar en la gobernabilidad y la transparencia, pero que se encuentran aún lejos de alcanzar todo su potencial.

La aprobación de legislación adecuada y la creación de nuevos instrumentos son importantes, aunque no son por sí mismos la solución definitiva. Es preciso y urgente revisar estos mecanismos, dotándolos de recursos financieros dignos, y adecuarlos a los desafíos actuales de un mundo globalizado, el cambio climático y las exigencias mismas de los ciudadanos para realizarse plenamente, a través de un empleo digno y de la participación democrática en los asuntos municipales.
  
Enfocarse en crear ciudades sostenibles es la vía ineludible que debemos tomar si no queremos que en El Salvador el “peor de los tiempos” se instale definitivamente.
 

*Columnista de El Diario de Hoy
@cavalosb