Posponer… ¡Fácil pero caro!

En el mantenimiento preferimos lo fácil de posponer y caer en la trampa del mantenimiento correctivo con altos costos, en lugar de decidirnos por el mantenimiento preventivo.

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Por Elizabeth Castro

14 October 2017

Una manía que nos distingue en Latinoamérica y en El Salvador es posponer las cosas para última hora, convencidos de que seremos capaces de hacerlas a tiempo y autocomplacernos con que somos listos…

La “teoría del empujón”, en inglés “nudging” aplicado a la economía conductual, por la que ganó el premio Nobel 2017 el profesor Richard H. Thaler, explica que cuando se está frente a una situación que se debe resolver y se presentan dos alternativas, la mayor parte de la gente prefiere tomar la decisión fácil a primera vista, que la decisión más analizada y más conveniente a medio plazo.

Traducido a nuestro comportamiento diario empresarial, por ejemplo en el mantenimiento, preferimos lo fácil de posponer y caer en la trampa del mantenimiento correctivo con altos costos, en lugar de decidirnos por el mantenimiento preventivo, que requiere planificación y seguimiento y resulta como cien veces más económico que el correctivo…

Y esta manía de posponer se aplica en casi todas las actividades, como si quisiéramos demostrarnos que somos listos y capaces de hacer cosas imposibles, que cuando no las conseguimos, nos conformamos con explicaciones que asumimos aceptable y como el resto de personas también son así, no pasa nada…

Por ejemplo, alguien sabe que para llegar en carro de un lugar a otro se tardan 30 minutos, pero con el tráfico caótico tardará una hora… Pues sabiéndolo, sale justo media hora que supone necesaria obviando las dificultades… Como no lo consiguió, explica que el tráfico estaba complicado… Y como la conducta de quien estaba esperando es parecida, acepta la explicación, y así, esto es lo caro, perdieron entre los dos, una hora efectiva de trabajo, uno esperando y el otro en medio del tráfico desordenado.

En Alemania y en general en Europa, incluso en España y Portugal —que antes eran los “países diferentes” y desde su entrada en la Comunidad Europea en enero de 1986, las conductas empresariales cambiaron y hoy son tan puntuales y preventivos como en Inglaterra o Alemania— sucede que las empresa certificadas según la norma internacional ISO 9001:2008, en su mayoría ya cambiaron su sistema a los requerimientos de las nueva norma del año 2015. A pesar de que se podía posponer hasta 2018, la mayor parte empezaron su transición el mismo 2015, porque la nueva norma se publicó en septiembre de ese año.

¿Y qué sucede en nuestro entorno? ¡Lo de siempre! Muchos tomaron la “decisión fácil de posponerlo” hasta 2018 para hacerlo a última hora… El problema es que como lo harán “a la carrera” desaprovecharan las ventajas de hacerlo bien.

La transición del SGC de 2008 a 2015 requiere reconceptualizar la empresa, revisar los procesos, determinar, gestionar y controlar rentablemente los riesgos y que mediante la transición, la empresa sea mejor y gane más. Después de muchas implantaciones prácticas y rentables ya tenemos un método propio de diez pasos para que las empresas se catapulten en este en salto cualitativo, incrementando su rentabilidad en un plazo razonable.

Si solo está cambiando los papeles para “conseguir” el certificado ISO 9001:2015, no lo esta está haciendo bien, al contrario, está perdiendo una gran oportunidad.

Las normas internacionales ISO 9000 se desarrollaron para que, implantándolas, las empresas sean mejores y ganen más… No solo para certificarlas. ¡Aquí la buena decisión es hacerlo bien!

*Columnista de El Diario de Hoy.

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