Sobre la “mitad del periodo” presidencial

Falta negociar bien la segunda parte del acuerdo fiscal, para evitar que las finanzas públicas se sigan desmoronando y coadyuvar a sacar adelante al país.

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22 November 2016

Crisis generalizada en las finanzas públicas, en la seguridad personal de los ciudadanos, falta de oportunidades de trabajo, es lo que tenemos a ocho días de cruzar la frontera hacia la segunda mitad del presente gobierno. Doctores y enfermeras, maestros, que reclaman en las calles por que se les haga efectivo el escalafón acordado; militares en retiro que piden se les garantice la pensión a la que tienen derecho, proveedores a quienes no les pagan; demandas de policías y desmovilizados pidiendo recursos. Y la respuesta del gobierno: “todo blue”. 

En cuanto a las finanzas públicas hay críticas al acuerdo fiscal alcanzado entre el gobierno-FMLN con ARENA. Entiendo las críticas pero creo que el acuerdo fue necesario, en primer lugar, porque es para cumplir con obligaciones específicas como las mencionadas en el párrafo anterior. El “¿dónde está el dinero?”, que increpa Manuel Hinds, es algo que tendrá que averiguarse y explicarse luego. En segundo lugar, política es el arte de lo posible y el oficialismo tenía plan de comunicación montado para acusar a ARENA de que todos los males del país eran su responsabilidad y este partido político, mayoritario en la oposición, recién venía saliendo de “cuidados intermedios” con la elección de su nueva dirigencia. Porque bajo Funes estuvo en “cuidados intensivos”.

   La tercera razón es que el gobierno pide $1200 millones, de los cuales se le aprobaron $550 como un gesto de país y para pago de obligaciones específicas. Los candados deberán llegar ahora, transparentando el presupuesto, evitando el despilfarro, dándole minucioso seguimiento a la reducción del déficit fiscal con garantes internacionales como el FMI y embajadores de países cooperantes como Estados Unidos, España, Alemania y Gran Bretaña. Y por último, porque hoy el gobierno-FMLN sí tiene que negociar ya que su “proyecto” político fracasó, y el país, bajo otro proyecto político que genere confianza, que busque a sus mejores hijos para la gestión pública y con políticas públicas adecuadas, tiene futuro.

   En cuanto a seguridad pública, que juzgue cada quien si se siente más seguro hoy que cuando iniciaron las “medidas extraordinarias”, los números hablan por sí solos: 15 homicidios por día en lo que va del año y el Arzobispo de San Salvador y presidente de la Conferencia Episcopal afirma que “El Salvador seguro” no está funcionando. Para no hablar de publicaciones internacionales como la de El País y The New York Times, que señalan que la situación acá está más fea de lo que aparenta. Pero como El Salvador no es ningún faro de luz que ilumina al mundo, sino que un pequeño y emproblemado país del conflictivo “Triángulo Norte”,  hay esperanza de que el plan regional, impulsado por nuestros vecinos del Norte, funcione.

   Porque a pesar de la dramática situación general, la institucionalidad empieza a funcionar. El accionar de la Sala de lo Constitucional, que últimamente parecería estar permeando hacia la Corte Plena; la Fiscalía General, que está dando golpes jamás vistos y el fortalecimiento de la sociedad civil, que lucha por convertir a El Salvador en un país donde predomine el Estado de Derecho, son síntomas esperanzadores de que es posible lograr mejores días para esta Patria que nos vio nacer, crecer, vivir y multiplicarnos. Debo reconocer que este presidente mantiene el poder del Estado medianamente a raya a pesar de algunos colaboradores poco presentables.

He pensado siempre, como enseña la sabiduría popular, que se vuelve aún más oscuro antes del amanecer. A este gobierno le tocó, como sucede cada quince años por el calendario electoral, dos elecciones legislativas y municipales durante el término de cinco años, por lo que 2017 será año preámbulo para las de 2018 y para las presidenciales de 2019. Por ello fue importante este primer acuerdo fiscal ARENA, gobierno-FMLN, porque siempre es bueno hablar y entenderse en lo básico en aras del bienestar del país, y porque un buen acuerdo genera un tanto de estabilidad que traducido a esperanza futura se vuelva apuesta de que sí es posible lograr tiempos mejores para nuestra nación. Falta negociar bien la segunda parte del acuerdo fiscal para evitar que nuestras finanzas públicas se sigan desmoronando y coadyuvar a sacar adelante al país de esta horrible situación en que se encuentra.
    

*Director Editorial de El Diario de Hoy