Medicina paliativa y el movimiento Hospice

El fin de la medicina paliativa es procurar una vida digna, acompañando el proceso natural de la enfermedad. En ningún momento pretende acortar ni prolongar la vida.

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Por Elizabeth Castro

13 October 2017

La medicina paliativa moderna inició en los años 60 en Inglaterra con el impulso de Cicely Saunders, pionera de estos cuidados especiales, que con ayuda de otras personas fundaron el hospice St. Christopher’s para atender enfermos con expectativas cortas de vida.

Desde entonces los cuidados paliativos promueven la atención global del enfermo avanzado oncológico y no oncológico, atiende los síntomas físicos, psíquicos y existenciales. También se preocupa por la familia y el cuidador principal. Desciende a evaluar problemas sociales y económicos de estos enfermos. Esta intervención se realiza a través de un equipo multidisciplinar integrado por médicos, enfermeras, psicólogos, trabajadora social y capellán, entre otros.

Los sitios más adecuados para tratar a estos enfermos son los hospices, hospitales pequeños o casas hogar destinados a este fin. Los hospices son tan antiguos como la medicina. Cuando no existían los antibióticos, la tecnología, la técnica quirúrgica, a los enfermos se les aliviaba y consolaba.

Etimológicamente hospice significa: lugar donde los viajeros hacen una parada. Un hospice debe ser un lugar de paso, para recuperarse y luego volver a casa, algunos pacientes fallecerán ahí, aunque no es ese el propósito. Los enfermos avanzados prefieren estar en su domicilio, acompañados de sus seres queridos. Si se les pregunta ¿a dónde prefieren morir?, el 80-90 % de pacientes responde: “En casa, con mi familia”.

El fin de la medicina paliativa es procurar una vida digna, acompañando el proceso natural de la enfermedad. En ningún momento pretende acortar ni prolongar la vida. Mantiene al paciente libre de dolor y otros síntomas en los últimos años o meses de vida. Busca que el paciente tenga la capacidad de tomar decisiones, por ejemplo, dónde morir o cómo morir, si aceptaría medidas invasivas como ventilación mecánica u otros procedimientos.

El síntoma que con más frecuencia se atiende es el dolor; para ello se utiliza la escala analgésica de la Organización Mundial de la Salud. En esta escala el manejo de dolor moderado y severo incluye la morfina y otros opioides. El 85 % de los dolores oncológicos se alivia con opioides; solo un 15 % de dolores requerirá otras intervenciones como bloqueos, bombas de dolor, etc.

Hay otros síntomas difíciles y frecuentes, entre ellos la disnea y el delirum. La disnea o dificultad respiratoria genera mucho disconfort y ansiedad. Inicialmente debe ser tratada la causa de la disnea, y si no mejora, puede utilizarse morfina a dosis más bajas que las analgésicas. También ayudan las benzodiacepinas como el lorazepam por vía sublingual y por supuesto oxígeno suplementario a través de una bigotera. El delirum o la confusión mental es causada por infecciones bacterianas leves, interacción de los fármacos u otros trastornos metabólicos o propios de la enfermedad como metástasis cerebrales debe tratarse la causa iniciando además dosis bajas de haloperidol. Es importante saber identificar tempranamente este síntoma porque puede llevar a mucho sufrimiento para el enfermo y su familia.

Luego están los síntomas ocultos, que si no se preguntan, no salen a flote: la fatiga, la somnolencia, el insomnio, las náuseas, el estreñimiento. Al mejorar estos síntomas el paciente logra volver a la actividad cotidiana y eso le eleva la calidad de vida. Por último, los síntomas psicológicos: ansiedad, depresión; miedos deben ser abordados. Muchas veces solo con hablar estos temas se resuelven sin llegar a ocupar un fármaco que tampoco se deja de dar si es necesario. Acá la intervención del psicólogo del equipo es importante.

En conclusión, la medicina paliativa provee soporte y control de síntomas del enfermo avanzado, generando en el paciente más libertad para hacer sus cosas, continuar con los tratamientos curativos como la radioterapia y la quimioterapia. Y finalmente soluciona el problema de ubicación, ya que, dependiendo del estado avanzado de la enfermedad, los equipos de cuidados paliativos puede sugerir ingresar a un hospice o quedarse en casa con atención domiciliar.

*Colaborador de El Diario de Hoy.

Miembro de la Fundación de Medicina

Paliativa de El Salvador (PALIAMED)