El mundo irreal de Nicolás Maduro

Como parte de su perturbación habla de democracia pero es enemigo de la independencia de poderes, habla de libertad pero encarcela a los opositores y cualquier medida del congreso la interpreta como un intento de “golpe suave”.

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26 November 2016

En la actualidad la corriente de moda es sustituir los valores universales, objetividad en el análisis y buenas practicas por los criterios de conveniencia, es decir que todo se valora según la inclinación ideológica y grado de parentesco, de ahí que no extraña que en pleno descalabro económico, con una delincuencia y corrupción incontenibles y protestas callejeras de todo tipo, existen políticos que todavía prometen el “Buen vivir”. ¡Eso lo hubieran hecho antes, ahora es tarde porque se gastaron todo el dinero!

Con esa mentalidad tampoco extraña que existan seguidores, defensores, encubridores y hasta aliados de cabecillas de pandillas, nuevos ricos consumidos por el odio y revanchismo que dilapidan el dinero sin escrúpulos, funcionarios a quienes les importa un bledo la legalidad y legitimidad y grandes exponentes de la incompetencia y mediocridad. Y mientras según ellos se ocultan del escrutinio público, todo mundo los identifica como personas que declaran cinco y ganan diez y que utilizan el tintineo de las monedas para mantener bocas calladas y voluntades abiertas.

Dentro de este contexto de antivalores el dictador Nicolás Maduro no se queda atrás y se mantiene a la moda, jura que goza del apoyo de los venezolanos, que la economía del país es boyante y en favor de los más pobres, que los “problemas de liquidez” han sido resueltos con las soluciones “Bolivarianas” que él ha promovido, que ha favorecido a medio millón de familias y que en Venezuela se vive en pleno estado de derecho y respeto a la Constitución. Y a la cola no desaprovecha ocasión para citar de paso que los parientes de su esposa señalados por narcotráfico son mansas palomas víctimas de infundios urdidos por el “Imperio”.

La dura realidad es que apartando los venezolanos protegidos por el régimen, los incautos que se dejan arrastrar por un populismo de pacotilla y una gran cantidad de personajes que se refugian bajo la sombrilla del presupuesto de la nación, son millones los ciudadanos que no desean que Nicolás Maduro continúe destruyendo el país. Maduro está en un error al creer que la oposición es reducida y está constituida solo por empresarios.

Arrinconado por su crónico delirio de persecución experimenta una obsesión permanente que es atacado por los EUA y como olfateó que iba a salir mal parado en el referendo revocatorio, al principio empleó a placer tácticas dilatorias, después con la correspondiente asesoría cubana decidió suspenderlo de un plumazo. Como parte de su perturbación habla de democracia pero es enemigo de la independencia de poderes, habla de libertad pero encarcela a los opositores y cualquier medida del congreso la interpreta como un intento de “golpe suave”. Las opiniones negativas sobre su gobierno las interpreta como injerencia pero nada dice de la presencia de 60,000 asesores cubanos que utiliza para mantenerse en el poder.

Reprime abiertamente las marchas de protesta y hasta se jacta de tener democracia gracias a los cuerpos represivos que logran mantener el orden. Su último invento es aumentar el salario en un 40 % a los trabajadores pero los mismos beneficiarios se preguntan. ¿Y de qué sirve el incremento de salario con una moneda devaluada, con los estantes vacíos en los supermercados y un mercado negro donde los artículos cuestan diez veces el precio normal? Como resultado de gestiones de países que desean ayudar a paliar la crisis política, se habla de montar un dialogo entre el gobierno y la oposición; sin embargo, prevalece la desconfianza conociendo las pretensiones de prócer del dictador que no cederá en nada que lo aleje del poder y del botín del estado.

*Colaborador de El Diario de Hoy