El veto a la ley de simplificación de trámites, algo que toda persona sensata, los sectores productivos y cualquier nación consideran lógica y muy necesaria, para muchos tiene una explicación: al partido oficial no le importa promover las inversiones, sino vengarse de imaginarios agravios y hacerse sentir con ocurrencias.
Por ejemplo, aquí se impone el examen sicológico del viceministerio de Transporte, una medida que ha complicado sin sentido lo que hasta hace poco era un procedimiento relativamente normal para obtener licencia para conducir vehículos, mientras en Arabia Saudita se simplifica el trámite para dar licencia a las mujeres del Reino.
A esto ya se le comienza a conocer como la Fábrica Chavista de Ocurrencias.
El gobierno ha alegado que ha rechazado la ley de simplificación de trámites, porque ya existen instituciones que se encargan de esa materia y porque hay que tener “austeridad”. Sin embargo, la decisión obligará a constructores, comerciantes, transportistas, a la gente, a seguir yendo de La Ceca a La Meca pidiendo permisos, haciendo colas y esperando “firmas”.
La burocratización de trámites siempre se presta para que los corruptos cobren en cada gestión, o reciban “donativos voluntarios”, es decir, sigan metiendo mano en los bolsillos de la gente. Por eso el Foro Económico Mundial ubica a El Salvador entre los países con los peores y más tardados procesos administrativos, según declaró el diputado Francis Zablah.
Ya es tiempo de que los salvadoreños cobren conciencia, o se despierten, a una realidad: los socialistas del Siglo XXI consideran que el país es su finca, que pueden disponer de sus riquezas y de una porción significativa de lo que cada persona y empresa hace, como suyo, para su beneficio, para gastarlo como les viene en gana, indistintamente de las penurias que se causen.
Queda el temor de que comiencen
a pagar con cheques sin fondos
Entre los salvadoreños quedó siempre la duda de si tenía fondos el cheque por un millón de dólares que el gobierno le entregó al director del Cuerpo de Bomberos, aunque él ha asegurado que sí tenía fondos. El sindicato de la entidad había denunciado lo contrario.
Con ese dinero, los bomberos, que arriesgan sus vidas cada vez que hay siniestros como el de las torres de Hacienda, en el cual murieron cuatro personas, el Cuerpo iba a adquirir una nueva motobomba.
El temor que queda a partir de un hecho así es de que comiencen a repartir bonos para las escuelas sin fondos que los respalden, el pago a maestros, subsidios a instituciones, medicinas para centros de salud, ayuda para las familias de policías asesinados.
Los que siempre tendrán asegurado su dinero son los más de 40 mil contratados por el gobierno efemelenista y los 2,524 nuevos puestos proyectados en el presupuesto 2018, de los que la ciudadanía espera que no sean para activistas.
Pagar con cheques sin fondos fue, con sus variantes, una práctica en los años de la Gran Depresión de los Treinta: a los empleados públicos se les obligaba a firmar recibos por salarios que no recibían pero que se pagaban unos meses más tarde, lo que llevó a la compra de recibos con descuentos: te doy cincuenta pesos por tu recibo de sesenta... el pobre empleado no tenía otras opciones más que pasar hambre.