En otro nuevo giro a las supuestas estrategias de seguridad, las autoridades deciden desplegar vehículos humvees en los lugares que menos podríamos relacionar con criminalidad, como la plaza Salvador del Mundo, equipados con armamento que ni de chiste podrían utilizar ahí, mientras tanto, las comunidades en el interior de país son sometidas bajo el yugo implacable de las pandillas.
Septiembre nos dejó 435 asesinatos, más de 200 cometidos en apenas 15 días, salvadoreños que perdieron la vida de manera violenta. De ellos, un pequeño porcentaje corresponde a pandilleros. La mayoría son personas humildes, trabajadoras o personas dedicadas al servicio de las comunidades, cuya partida a causa de la violencia, repercutirá dramáticamente en la vida de sus familiares.
La teoría de las autoridades respecto a la repentina alza de los homicidios es una supuesta pugna interna de las pandillas, sin embargo, esa teoría se cae por la borda cuando las estadísticas nos dicen que el número menor de asesinados corresponde a los miembros de maras.
Los millones de dólares aprobados para seguridad no han cambiado el panorama sino para empeorarlo, porque la cantidad de ilícitos cometidos por los pandilleros es mucho mayor ahora. El gobierno debe de reconocer que, en ocho años, las cosas no han mejorado, al contrario, parece que el haber hecho pacto con pandilleros, como sucedió en el gobierno anterior, nos está pasando una factura demasiado cara y dolorosa.
Lo sucedido en tan sangrientos días solo deja claro que los pandilleros no están dispuestos a ceder ni un milímetro en su lucha por el poder, por conseguir ser dueños del destino de los salvadoreños, porque el miedo, a esa escala que nos imponen las maras, es condicionante de sometimiento.
Lo más triste del caso es que ya ni solicitar la renuncia del gabinete de seguridad serviría para algo. Porque, ¿qué personas capacitadas en el tema tiene este gobierno como para garantizar que se librará, por fin, una lucha frontal y definitiva contra el crimen organizado?
Por más que el gobierno y su gabinete de seguridad insistan en que lo que necesitan son más fondos para combatir criminales, está comprobado, luego de muchos millones de dólares otorgados, que mientras no agachen la cabeza y reconozcan que necesitan de la ayuda de expertos en el tema, nada cambiará y seguiremos portando el muy deshonroso segundo lugar entre los países más violentos del mundo.
Muy preocupante es también el escandaloso número de miembros de los cuerpos de seguridad asesinados por pandilleros, lo que en muchas ocasiones ha incluido a algún familiar de los agentes o de los soldados, que de manera fortuita, o premeditada, han sido asesinados por los mareros.
Y preocupa más porque está visto que el enfrentamiento que se vive con los criminales debe mirarse y tratarse en la dimensión correcta. Sin embargo, el pésimo manejo al tema de la seguridad y los rumores de una nueva tregua entre el gobierno y las pandillas, solo reafirman el sentir de la ciudadanía que ha calificado a este gobierno como el peor de la historia.
Las autoridades de seguridad deben de tener claro que colocar esos vehículos monstruosos en sitios donde más asustan a los ciudadanos que a los criminales no conseguirá más que acrecentar esta ya interminable escalada de violencia que nos hace sentir como en tiempos de guerra y sin esperanza de que algo pueda mejorar.
*Diputada