Herminia, Francisco y Joaquín

Personas tan diferentes la una de la otra, casi en todo, excepto en tres cosas: audacia, tenacidad y espíritu de lucha frente a las adversidades.

descripción de la imagen

Por

30 September 2016

Tres personas que influyeron de manera determinante en mi manera de actuar y de ver el mundo, fueron mi abuela, Herminia Perla y Perla de Perla, Joaquín Villalobos y Francisco Flores. Personas tan diferentes la una de la otra, casi en todo, excepto en tres cosas: audacia, tenacidad y espíritu de lucha frente a las adversidades.

Mi abuela forjó en mí, hábitos y costumbres que perduran hasta nuestros días: levantarme muy temprano para agradecer a Dios, hacer ejercicios físicos, alegrarse con lo que se tiene y no lamentarse por lo que no. Murió hace 2O años. Su recuerdo perdura por siempre en mi memoria.

De Paco aprendí que uno no puede controlar las situaciones externas, pero que sí podemos ser dueños de nuestros pensamientos, de nuestras reacciones a cualquier evento. Me enseñó una forma metódica de analizar las situaciones y la importancia de estar siempre aprendiendo algo. Francisco Flores murió en enero de este año. Su recuerdo perdura para siempre en mi memoria.

Con mi abuela materna Herminia, teníamos en común el ADN, los ojos claros y el espíritu emprendedor. Con Paco, teníamos en común la edad, la pasión por la filosofía, la literatura y el entusiasmo por la vida. Paco y Herminia tenían en común la mirada horizontal para cualquier persona y una tremenda capacidad para soportar con estoicismo las más bravas adversidades. Mi abuela, Paco y yo teníamos en común cierta tendencia a la soledad.

Queda Joaquín. El único de los tres que aún vive. Hace 16 años que nos distanciamos. Pero no somos enemigos. Acabo de ver una foto suya en donde aparece siendo condecorado por el gobierno de Colombia. Anda por los 65 años. Sin embargo, en la foto luce saludable, joven y con el eterno rasgo de muchacho travieso e inteligente que tenía en la guerra. 

En la actualidad quizá tenga con él más diferencias que coincidencias. Pero ello no quiere decir que olvidé las cosas que de él aprendí. Viendo su foto, recordé tantos episodios que vivimos juntos durante la guerra y la última conversación de amigos, sentados en unas gradas al pie de un monumento en Piccadilly, Londres.

De Joaquín aprendí la audacia y la perseverancia. Me enseñó que cualquier situación por difícil que sea tiene solución si se piensa de manera serena y con un método de búsqueda de opciones. Aprendí a actuar de manera decidida y perseverante con la opción tomada. 

Pero lo más importante que me enseñó Joaquín, me lo dijo en una frase demoledora, la vez que le confesé tras un masivo ataque aéreo, que había sentido mucho miedo a la muerte. “Todos tenemos miedo, me dijo, la diferencia está en lo que hacemos cuando lo sentimos. O te ahuevás o le hacés huevo”. Trato de practicar siempre, lo segundo.

Durante la guerra, Joaquín fue valiente y lúcido; audaz y vigoroso. Era un auténtico líder que generaba entusiasmo, confianza y lealtad. Evitó el culto a la personalidad, siempre vio el lado positivo en cada situación. Compartíamos la pasión por los Beatles, la irreverencia y el desprecio por lo rígido y lo ampuloso.

Joaquín fue un gran líder porque su manera de ser y pensar era la adecuada, para las circunstancias de aquel momento. Una vez desaparecidas esas circunstancias ese liderazgo desapareció. Triunfó en Oxford y es una figura respetada en muchos países. Pero no mucho en su propio país.

La tiene difícil aquí por la cuestión de Roque Dalton y lo de Roberto Poma. Sobre lo primero creo que me mintió. Sobre lo segundo me dijo que estaba consciente que él y el ERP no habían actuado de manera ética, pero que había que salvarle la vida a Ana Guadalupe Martínez a cualquier costo. 

Pienso que para reconciliarse con millares que lo estimaron, lo admiraron y los respetaron, debería decir la verdad sobre el caso Dalton y pedir perdón a la familia, pedir perdón a la familia Poma y a otras tantas familias que sufrieron por algunas de sus decisiones. En toda guerra hay muertos, es cierto, pero hay casos que incluso ocurridos en la guerra, fueron graves desaciertos.
    
*Columnista de El Diario de Hoy