Vivir en el engaño

¿Acaso existe un El Salvador paralelo o una dimensión desconocida como para creer que nuestro país va por buen camino?

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01 October 2016

El jueves 29 de septiembre de 2016 será recordado con un día de manifestaciones. Policías, doctores, profesores y excombatientes cerraron filas contra el Gobierno, para exigir los pagos de los diferentes compromisos laborales. 

La reacción de los simpatizantes del Gobierno y del partido oficial fue seguir la trillada estrategia de Maduro y sus secuaces: montar una “contra-manifestación”, tal y como lo hicieron en respuesta a la Toma de Caracas, la más grande en la historia de Venezuela. Con estas acciones, buscan mostrar al pueblo que la dizque lucha no ha sido en vano, que siguen en pie contra los opresores y aquellos que se oponen al progreso social. 

Lo que vimos el jueves en El Salvador, en la manifestación a favor de los “dos años de buen Gobierno” y en contra de las resoluciones emitidas por la Sala de lo Constitucional de la CSJ, fue lamentable. Y no lo digo porque apoyen al Gobierno y por el simple hecho de hacer presiones innecesarias a quien vela por la institucionalidad del país, sino por lo que supuestamente motiva a estas personas a marchar, más allá del almuerzo gratis y del paseo por la capital. 

Un simpatizante del FMLN que participó en dicha marcha me explicó convencido por qué lo hizo: “La Sala se opone a un Gobierno que lucha por el pueblo. Estamos mejor que antes. Ahora hay zapatos, uniformes y computadoras en las escuelas. Ahora hay trabajo para la gente, igualdad social, seguridad, salud para todos, y tantas cosas que los ricos nos han negado siempre”.
 
¿Acaso existe un El Salvador paralelo o una dimensión desconocida como para creer que nuestro país va por buen camino? Las finanzas del Estado están por los suelos y la deuda pública ha llegado a niveles insostenibles. La deuda creció en los últimos ocho años. Según Fusades, a diciembre de 2015, alcanzó $15,869 millones, de los cuales el 50 % se incurrió entre 2008 y 2015, mientras que el otro 50 % fue comprometida a lo largo de varias décadas. Y si hablamos de que hay más trabajo, ciertamente lo hay, pero en el sector público: entre 2008 y 2016 el empleo público aumentó en más de 30,406 plazas, lo cual representa un gasto por más de $825 millones anuales. 

En cuanto a la inseguridad, basta ver los éxodos de familias enteras que huyen de sus hogares por el acoso de los pandilleros y la violencia. Lo más dramático de la situación es ver que la PNC ayuda en la huida, en lugar de enfrentar decididamente a los delincuentes. 

¿Pero cómo se puede vivir tan engañado? La ceguera ideológica es un factor, pero también hay en el Gobierno expertos en distraer y en generar cortinas de humo (en un término anglosajón, se les denomina “spin doctors”) que, por lo visto, obtienen buenos resultados en algunos sectores. Eugenio Chicas y Marcos Rodríguez, secretario de comunicaciones y de Transparencia de la Presidencia, respectivamente, son algunos de ellos. 

Un claro ejemplo de su modus operandi es la reciente publicación de los viajes de expresidentes. Sin embargo, lo que ordenaba la Sala era claro: revelar las salidas al extranjero hechas por Mauricio Funes. Con falsos ánimos de transparencia, estos operadores desvían la atención de un problema mayor: no hay registro de lo que Funes y sus comitivas gastaron en misiones en el exterior. 
Nos quieren dar atol con el dedo… no nos dejemos. 
 

P.D.: En otro tema, me parece de mal gusto colocar una bandera gigante de ARENA en el redondel Roberto d’Aubuisson, al ser un espacio público pagado con los impuestos de todos los ciudadanos de Antiguo Cuscatlán. Es triste que por mucho tiempo esa asta no ha sostenido la bandera de nuestro país y que, ahora que tiene una, sea la de un partido político. Era suficiente dejarla allí en el aniversario de la fundación de su partido. Ya es momento de quitarla. 


*Periodista. 
jaime.oriani@eldiariodehoy.com