Nuevo punto de asalto

Del punto de asalto de la Asamblea Legislativa nadie se salvó, y amanecimos con la noticia, la semana pasada, de que, cual mañosos de bus de ruta, nos robaron a toditos las pensiones. 

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02 October 2016

La criminalidad en nuestro país ha alcanzado niveles tan preocupantes que la ciudadanía ha ido ajustando sus conductas de acuerdo a las limitaciones que el permanente riesgo de asalto impone. Algunos dejan de circular en carro con las ventanas abiertas. Otros optan por esconder carteras y celulares mientras esperan en el tráfico. Algunos más llevan un celular viejo consigo para tener algo que entregar (a modo de macabra ofrenda) al asaltante para no tener que perder el teléfono actual.
   
Como planta que crece en condiciones agrestes, la tecnología también se ha ido adaptando a la constante de que los asaltos son una parte no negociable de vivir y moverse en la capital salvadoreña. Es eso lo que explica la popularidad y éxito de plataformas como Alertux, en la que diferentes usuarios reportan de manera anónima, desde calles con hoyos hasta puntos de asalto. Es el reporte de los puntos de asalto lo que seguramente a muchas personas les ha evitado un tremendo disgusto, evitando pasar por espacios tomados por “los mañosos” y manteniendo intacta su propiedad.

Ojalá hubiéramos sabido como ciudadanía del peligrosísimo punto de asalto que se ha establecido allá en el Centro de Gobierno José Simeón Cañas, y así habríamos podido evitar que nos robaran a toditos. Del punto de asalto de la Asamblea Legislativa nadie se salvó, y amanecimos con la noticia la semana pasada de que, cual mañosos de bus de ruta, nos robaron a toditos las pensiones. No hay eufemismos que valgan: lo que la Asamblea ha hecho es efectivamente robarse el futuro de los trabajadores salvadoreños.

¿O no es robar tomar prestado sin el consentimiento de los dueños? Las precarias limitaciones que existían para regular las maneras en las que nuestro gobierno echa mano de nuestro dinero (que ya lo hacía, obligando a que se invirtieran nuestras pensiones en títulos de bajísima rentabilidad) han sido “reformadas” para permitir que el gobierno pague deuda con más deuda. El problema es que la deuda era con nuestro mismo fondo de pensiones, y con esta descarada reforma (en un madrugón, para evitar fricciones y protestas, sin discutir o consultar con la población ni ofrecer una diversidad de opiniones de expertos) en vez de la merecida jubilación en la que cada trabajador recibe dignamente su pensión, lo que vamos a recibir es un “quedan”. O cual vendedora ambulante, nuestro gobierno se verá en la legitimidad de contestarle a un jubilado en busca de su pensión: “de eso no le tengo”, una vez hayan usado del todo los frutos de nuestro trabajo para financiar despilfarros y la incapacidad de pagar deudas con disciplina fiscal.

El madrugón no fue accidental, y la sorpresa nos la venían cantando desde el año pasado, pues el Ministerio de Hacienda ya se comenzaba a poner nervioso porque vencía el pago de los montos que ya habían tomado prestados, sacados del fondo de pensiones. Arrinconados pues, y pagando su reputación internacional de mala paga, mal crédito y alto riesgo, nuestros gobernantes están por hacer uso de lo que tienen a la mano, indicando que o carecen de la capacidad de pensar a largo plazo, o que quieren incentivar el ahorro debajo del colchón. Si los próximos resultados electorales no son un referéndum sobre el uso que nuestros gobernantes hacen del dinero que con tanto esfuerzo nos ganamos, casi merecemos que nos lo estén tratando de quitar.
 

*Lic. en derecho de ESEN 
con maestría en Políticas Públicas 
de Georgetown University.
Columnista de El Diario de Hoy.
@crislopezg