Lo sucedido en Cataluña ha creado una crisis política de envergadura en España, que hasta estos momentos pudo sortear los intentos de separación de vascos, andaluces, gallegos y otros, en un momento en que la unidad europea ha fortalecido la región frente a los desafíos externos, incluyendo el desastre del Medio Oriente.
Los ingleses, con el Brexit, se han salido, pero no se han salido de Europa, pese a lo cual han comenzado a sentir los efectos de un grave error de cálculo. Y ya antes fue derrotado el intento de los escoceses de formar una nación separada, como en su momento existió con los pictos.
El secesionismo ignora la lección fundamental de Roma, que la ejemplificó con su estandarte: un haz de varas amarradas que son la empuñadura de una hacha: juntos somos fuertes y con esa fortaleza conquistaremos el mundo, lo que lograron en sus once siglos de República e Imperio.
España es un Reino de muchos siglos y, como tal, es moral e institucionalmente imposible desmembrarlo, pero nadie sabe a los excesos a los que los propósitos separatistas pueden llegar.
Hay otro factor que ya planteó la Comunidad Europea: que una Cataluña separada tiene que solicitar membresía a la Unión Europea, y mientras no se le otorgue, será como cualquier país “extranjero”, como Argentina o Corea, aunque geográficamente europeo, pero no necesariamente formalmente europeo, lo que afectará el comercio pues queda como un país no miembro.
Cuando un país renuncia a pertenecer a una región económica amplia, pierde en todo sentido, pues las oportunidades y los mercados se restringen. Y esto es lo que sucedería si los socialistas del Siglo XXI convierten a El Salvador en “República Popular del caite” y quedamos encerrados en una especie de acuario.
Hay mucho que separa y fomenta el odio
pero hay más que une y busca la convivencia
Europa ya pasó por casos similares, el más importante, la separación de la República Checa y Eslovaquia. Pero por otro lado, pese a diferencias culturales y de lenguaje importantes, Bélgica sigue unida entre valones y flamencos, aunque la Unión, que está bajo un mismo Rey, es medio ingobernable, lo que ha llevado al monarca a hacer chiste del asunto.
En el pasado más reciente el mayor intento secesionista fue el de los Estados del norte de América y los del Sur, lo que condujo a una de las conflagraciones más cruentas de la Era Moderna. Y que restan recelos y memorias duras lo evidencia el que fanáticos del Norte pretendan derribar monumentos y estatuas sureñas, lo que equivale a querer borrar parte de la historia, como cuando los musulmanes niegan que el Holocausto haya tenido lugar.
Hay siempre fuerzas centrífugas y fuerzas centrípetas en este mundo, lo que busca unir y conciliar diferencias y lo que intenta separar y llevar a conflictos y matanzas.
Cada vez hay más esfuerzos para ampliar las zonas de libre comercio, combatir los subsidios para garantizar la competitividad, facilitar el intercambio de información y los movimientos culturales y humanos, todo lo cual es lo propio de la civilización y, en cierta forma, reflejo del mundo abierto que existió en Europa y América en el siglo XIX, cuando eran innecesarios los pasaportes y hubo enormes migraciones a Estados Unidos.