El mensaje habla sobre su famosa frase “No soy de aquí ni soy de allá”, la cual tiene que ver con su infancia, una infancia llena de adversidades, dado que su padre los abandonó a él y al resto de su familia sin dejarles rastro de su vida. Un padre a quien él conoció a los 46 años.
“Mensajero mundial de la paz” en 1996 y nominado al Premio Nobel de la Paz en 2008, Facundo Cabral heredó el amor incondicional, seguridad y cariño de su madre, Sara, quien siempre lo apoyó y lo incitó a perdonar a su padre el día en que llegaran a encontrarse sin importar cuándo. Esa simple huella de su madre impactó su vida para siempre.
Aquel día en que Facundo Cabral encontró a su padre lo marcó para siempre, cambió su rencor por perdón. Perdón que lo llevó a vivir una vida plena, en paz y sin odio. “El perdón es tan noble y poderoso como el amor”, hermosa frase para que se quede solamente en simples palabras, sino para que podamos aplicarla. El perdón es una liberación, viene de un alma caritativa y libre. “La presencia del perdón no impide la aplicación de la justicia ante el ofensor”.
Hoy quisiera aplicar la vivencia de Facundo Cabral a mi propia vida. Con más de cinco décadas de existencia que Dios me ha regalado, tres de ellas en tierra salvadoreña, puedo comentar que luego de muchas experiencias vividas, llego a la conclusión de que todo lo que das en esta vida se te regresa para bien, si así lo has hecho, o para mal, si has hecho lo contrario.
Luego de varios terremotos en este hermoso país, guerra, una terrible ofensiva final y huracanes a mi haber, puedo sentirme feliz y satisfecha de que el árbol que un día sembré ha dado y sigue dando buenos frutos.
El bien se hace con el bien, con un corazón abierto a todo y a todos, y el mal, que siempre está a nuestro acecho, siempre regresa con más mal para el que lo hace y para quienes se involucran, ya sea por ingenuidad, ignorancia o por un escaso nivel de entendimiento.
Pienso que la herencia de nuestros padres, la fe y el amor siempre vencen al mal. Vinimos a este mundo para hacer algo mejor de él. Para dejar un legado que perdure, que perdure como personas rectas y honestas. ¿Por qué no dedicar parte de nuestra vida y nuestra energía al bien común? ¿Por qué no cosechar libertad y amor al contrario de dividir y destruir? Qué bueno sería para nuestro querido El Salvador el perdón y la reconciliación para poder salir adelante todos quienes aquí vivimos y amamos esta Patria. Qué diferentes seríamos nosotros si pudiéramos tomar el ejemplo que aquel hombre quien perdonó a su padre y logró tener una vida plena y feliz hasta el día en que la muerte lo tomó por sorpresa.
*Colaboradora de El Diario de Hoy