El colosal desorden de las aduanas se debe a la incapacidad

El problema grave que está sufriendo el país es que la gente que se nombra en los cargos públicos se niega a preguntar, a consultar, a buscar asesorías que no sean de sus conmilitones, lo que les hace dar vueltas en círculos de los que no logran salir.

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Por Mirna Navarrete

02 October 2017

El desorden que caracteriza la operación de las aduanas tiene una sola causa, que es el nombramiento de gente sin experiencia, para administrar un ente de muy grande importancia para el suministro de bienes externos al país y las exportaciones salvadoreñas a la región y al mundo.

Ya se dio el caso, como deben de recordar nuestros lectores, de rotaciones completas del personal de un día a otro, lo que forzaba a los transportistas a continuar trámites con gente nueva y que se alargara el tiempo de las tramitaciones.

Solo ver las largas filas de camiones, furgones y toda clase de vehículos estacionados por días antes de continuar sus recorridos denota que algo muy mal sucede, a lo que se suma el desgaste físico, la fatiga y los problemas de salud y salubridad que agobian a conductores y a sus auxiliares.

La gente tiene, en su mayoría, que dormir dentro de los vehículos, sin acceso a sanitarios y duchas que sean las adecuadas.

El problema grave que está sufriendo el país es que la gente que se nombra en los cargos públicos se niega a preguntar, a consultar, a buscar asesorías que no sean de sus conmilitones, lo que les hace dar vueltas en círculos de los que no logran salir.

Y en esto de las aduanas, como en todo lo que concierne al manejo de entidades estatales, “no hay por qué inventar la pólvora, pues está ya inventada”.

Todo es pedir asesorías a entidades internacionales como la OEA, para que busque la asistencia adecuada y se trabaje conjuntamente con el gobierno para encontrar soluciones.

Ya se dio un caso, el de las aduanas aéreas, que en un almuerzo entre dos funcionarios y un periodista se encontró la fórmula que rompió el nudo gordiano, entre ellos los robos que se sufrían de bienes importados, incluyendo lanchas grandes y equipos, robos causados por el desorden y las complicidades entre algunos aduaneros y mafiosos.

Mal manejo de entidades es corrupción

que daña mucho a los conglomerados

Un procedimiento usado en puestos de control es exigir una declaración detallada de los contenidos de un envío y sus precios, revisando al azar camiones o furgones, decomisando lo que no concuerda con lo declarado.

Pero nada garantiza que el botón del azar sea manipulado desde las oficinas, considerando la clase de personal que se nombra por el actual régimen y sus funcionarios.

Y el demonio que mete mano es el narcotráfico, que compra a toda clase de individuos a lo largo de la ruta que sale de Colombia y Venezuela hacia los Estados Unidos usando toda clase de caminos y medios.

Y el tráfico de estupefacientes va a facilitarse ahora que los narcos colombianos fueron absueltos de todos sus pecados por el camarada Papa Francisco y los están convirtiendo en “partido político”.

La insistencia de los Estados Unidos de combatir la corrupción en nuestros países del Triángulo Norte se dirige a impedir o minimizar los malos manejos de las entidades públicas, que son una variante igualmente perniciosa, más cuando hay entidades como la Fiscalía abocada a perseguir a presuntos corruptos de derecha pero ignorar olímpicamente a los de izquierda, a los que invariablemente procesan el libertad, Y el mal o cómplice manejo de aduanas caería en esta clase de delito contra la colectividad.