Apoyando la excelencia

Estos jóvenes, además de poner nuestro nombre en alto, son una promesa. Si se les da el apoyo necesario, quién sabe si tendremos en el futuro un premio Nobel o un Mark Zuckerberg salvadoreño. 

descripción de la imagen

Por

07 October 2016

Mientras para dolor nuestro El Salvador desciende en muchos índices globales, desde los que miden factores económicos y sociales como competitividad, transparencia y desarrollo humano, hasta los que tienen que ver con nuestras aficiones, como el fútbol, hay salvadoreños que dan la cara por su patria, contrarrestan la mala imagen internacional y ponen en alto al país.

Ya en un anterior artículo escribí sobre Luis Vásquez, quien hace un par de años ganó el Concurso de Oratoria Histórica Joseph S. Rumbaugh que cada año se organiza a nivel nacional en los Estados Unidos. Lo notable del logro de Luis fue que ganó un certamen de oratoria en inglés sobre temas norteamericanos, siendo un adolescente inmigrante que se crió hablando español. Es de hacer notar que el premio, desde que se instituyó en 1949, solo había sido ganado por estadounidenses. 

Y ayer leímos con orgullo que las delegaciones salvadoreñas que participaron en las Olimpiadas Iberoamericanas de Física y Matemáticas, realizadas en Chile y Uruguay el pasado mes de septiembre, lograron ganar medallas de plata y bronce así como varias menciones honoríficas. Los participantes, de bachillerato y preuniversitarios, forman parte del Programa de Jóvenes Talento de la Universidad de El Salvador.
Integrantes del grupo ya habían ganado medallas de oro y bronce en la Olimpiada Centroamericana y del Caribe y en la Olimpiada Mesoamericana. Tres de ellos, Diego Flores, Carlos Gil y Rodrigo Vásquez, obtuvieron menciones honoríficas en la competencia de muy alto nivel International Mathematical Olympiad el pasado julio en Hong Kong. Estudiantes sobresalientes son en gran medida resultado de buenos maestros y encargados de los programas de entrenamiento, por lo que el reconocimiento debe extenderse a Amanda Nerio, Ignacio González, Eduardo Aguilar, Gabriel Chicas y Ernesto Hidalgo.

Pero no solo hay triunfos en oratoria y ciencias puras, también los hay en las áreas del entretenimiento y las plataformas de internet. Mientras escribo esto un joven salvadoreño, Gustavo Moreno Mena, junto con sus asociados reciben un premio para emprendedores en París. Gustavo, quien egresó del Liceo Francés de San Salvador y que vive en Lyon, y sus colegas franceses desarrollaron Book My Music, una plataforma que permite contratar grupos musicales y cantantes para conciertos en vivo. Su idea es la de servir como enlace entre los músicos y el público, que les contrata para diversos tipos de eventos. Su empresa on-line compitió con numerosas otras en toda Francia, y ganó.

Y, como estos, hay muchos ejemplos de salvadoreños que destacan en cosas positivas más allá de nuestras fronteras. Existe talento en El Salvador, el problema es que muchas veces no se reconoce o se apoya. Es bastante común que jóvenes prometedores busquen oportunidades como lobos solitarios y que una gran cantidad sean solo estrellas fugaces. En lugar de estimular la mediocridad se debe premiar la excelencia, el esfuerzo personal y el talento. ¿Qué pasará con estos brillantes matemáticos y físicos? El paso lógico sería darles los elementos necesarios para que avancen al próximo nivel: especializarse en universidades internacionales que les permitan desarrollar todo su potencial. Una entidad que haga el enlace entre los jóvenes e instituciones de prestigio, que surja de la asociación del Estado con la empresa privada, no sería una mala idea.

Estos jóvenes, además de poner nuestro nombre en alto, son una promesa. Si se les da el apoyo necesario, quien sabe si tendremos en el futuro un premio Nobel o un Mark Zuckerberg salvadoreño.

* Médico psiquiatra
y columnista de El Diario de Hoy