Carta a la Secretaría de Cultura: ¿Y el Palacio Nacional, para qué y para quién sirve?

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Por Paolo Luers

29 September 2017

Fui a un evento en el Palacio Nacional. Impactante el evento. Maravillosa la locación: El Palacio Nacional es una joya. En medio del caos del centro, un oasis de tranquilidad, una belleza arquitectónica. Felicito a los artesanos que han recuperado estas salas, estos techos, corredores y patios.

Pero, ¿para quién brilla esta joya? Que bueno que de vez en cuando lo alquilen para eventos. Que bueno que uno, pagando un dólar, pueda incluso recorrerlo, como si fuera un museo. Que bueno que este palacio albergue un archivo. Pero museos y archivos son lugares pasivos y muertos. Estos espacios privilegiados en medio de lo inhóspito deberían llenarse de vida, de acción, de comunicación – todos los días.

El Palacio debería ser la sede de los artistas, de su producción, sus talleres, ensayos, exposiciones, espectáculos. Sus famosas salas deberían llenarse todos los días de bailarines, quienes ahora tienen que ensayar en lugares precarios; y todas las noches de los capitalinos viendo sus obras. Donde ahora hay oficinas, que podrían funcionar en cualquier otro edificio administrativo, deberían funcionar talleres de escultores, estudios de grabación para los músicos, clases de piano, etc.

¿Qué le pasa a nuestro país para que la Colección Nacional de pinturas esté colgada en la residencia presidencial (o sala de té de la primera dama), donde sólo se puede entrar por invitación de la pareja presidencial y por afinidad ideológica?

¿Qué le pasa a nuestro país para que el Palacio Nacional, maravillosamente restaurado en todo su esplendor, no tenga vida y no se convierta en espacio público y centro de encuentro cultural?

Todas las noches debería este palacio ser escenario de eventos como el que visité: la “Biblioteca Humana”, una iniciativa de Claudia Cristiani y Isabel de Sola. Imagínense: el Palacio Nacional abierto para que un montón de personas que jamás han tenido oportunidad de hablar con un ex pandillero, con un transexual, con un ex combatiente guerrillero, con una empresaria exitosa, con un deportado, con jóvenes de comunidades marginadas, tengan que enfrentarse a sus propios prejuicios y resentimientos. Todos estos personajes, convertido en libros humanos para que usted los lea y entienda…

Abran el Palacio, para que actividades como estas puedan tener lugar todas las noches. Si no, ¿para qué tenemos una Secretaría de Cultura y un patrimonio como el Palacio Nacional?

Saludos, Paolo Luers