Hay rostros tras los números de la extorsión y homicidios

Sigue creando debate la cobertura noticiosa que hace la prensa a la violencia, a las extorsiones y los homicidios. La gran interrogante es si el Estado, el gobierno y los salvadoreños están ganando la batalla contra la violencia.

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08 October 2016

La propietaria de un pequeño negocio de comida y jugos en Santa Tecla me comentaba un día de estos: “¡Tremendo susto...! Cuatro hombres armados llegaron al negocio, nos encerraron por varias horas y nos robaron, por suerte y gracias a Dios no nos pasó nada”.

Otra señora, que tenía una pequeña tienda en una colonia por San Marcos, tuvo que cerrar el negocio porque los mareros incrementaron el cobro de la extorsión; “no se conformaban con un dólar por semana, subieron a cinco y había veces que llegaban dos veces por semana. Además, tomaban mercadería…”, fueron las palabras de la señora.

Un señor que trabaja como jornalero y los fines de semana va de casa en casa lustrando zapatos, se movilizaba en una bicicleta y colocaba en la parte de atrás la caja de madera con el cepillo y las pastas... Un día de tantos, en el centro, un carro con cuatro sujetos se le atravesó, le robó la bici y la caja y le propinaron tremenda paliza… No sé cuántos días pasó en un hospital de caridad, perdió su trabajo y la chamba de fines de semana... En una población del norte de Chalatenango, dos señores eran propietarios de un terreno y tenían un pequeño hato ganadero. El negocio era ordeñar las vacas para vender la leche que sería procesada por otra empresa que vendía queso y crema y, hace unos meses, un grupo de mareros atacó a uno de los señores, lo golpeó y amenazó porque querían varios miles de dólares… Apresuradamente tuvieron que rematar las “vaquitas” y abandonar la casa y los terrenos.

En este último caso, he de señalar que hubo participación de la policía, se desbarató la banda y los imputados están en fase de juicio, pero esto no ha sido ningún alivio porque los mareros extorsionistas tienen padres, hermanos, cuñados, amigos en el pueblo, quienes han amenazado a las víctimas con la intención de que se echen para atrás y retiren la demanda.

Si son cuatro hechos que probablemente para algunos no son más que cuatro casos aislados sin mayor trascendencia, no obstante no solo se trata de hechos que tienen un rostro, un nombre y apellido sino que muestran una vez más que el fenómeno de las maras y de las extorsiones, además de los homicidios, son un fenómeno que toca el entretejido social, golpea profundamente a los salvadoreños y no obstante la policía diga una y otra vez que están disminuyendo estos delitos, lo cierto es que se trata de una lacra que tiene atemorizada a la familia salvadoreña.

Dos interrogantes en torno a este tema: uno, el Estado, el gobierno del FMLN, la PNC y en general la población salvadoreña, ¿están perdiendo esta batalla? Y dos, como comunicadores, ¿se debe informar sobre esto?, ¿cómo hacerlo y con qué enfoque? Todavía más, ¿hay que exigir a las autoridades más eficiencia y contundencia?, ¿se debe reconocer los pocos pasos positivos que se dan en esta guerra contra la delincuencia e inseguridad?

No hay respuestas definitivas ni contundentes, lo que sí podemos señalar es que ningún gobierno como este ha tenido los recursos, no solo financieros y materiales, sino el apoyo de la opinión pública para enfrentar la cuestión de la delincuencia, de las maras, de las extorsiones y los homicidios. Incluso, las instituciones defensoras de los derechos humanos han mantenido un silencio sospechoso, por lo menos esta fue la actitud del anterior Procurador, veremos la actual cómo actúa.

Y lo planteo no porque este sea el tema de este día, pero es sospechoso que hace un par de días, por ejemplo, claramente fueron “ajusticiados” cuatro hombres y una mujer en Jiquilisco (incluso tenían “tiro de gracia”) y nadie, absolutamente nadie, ha dicho nada...

Otra cuestión clara es que informar, tomar el pulso noticioso sobre la delincuencia y el ambiente de inseguridad que hay en el país es fundamental; no se trata de exaltar o esconder la violencia, como dicen algunos argumentando que la “noticia de muertos vende”, sino porque esto refleja lo que los salvadoreños están padeciendo a diario… No hacerlo convierte a la prensa en cómplice. Esto ayuda a los delincuentes y desmoraliza a las autoridades, puede que sea cierto, pero lo es también que la prensa, los periodistas, no pueden ni deben invisibilizar este fenómeno que golpea a fondo la sociedad salvadoreña.

Lo que todavía es una tarea es que la cobertura noticiosa debe ir más allá del “muerto”, del “crimen o el homicidio”, de la extorsión y tratar, por un lado, de profundizar sobre los hechos, buscar las causas de lo sucedido y sobre todo las consecuencias en la vida familiar. Y por otro, trabajar más “científicamente” y en relación con otros profesionales que den cuenta, expliquen y den luces de cómo entender el problema de la inseguridad y la violencia. 

*Editor Jefe de El Diario de Hoy.
ricardo.chacon@eldiariodehoy.com