La falta de innovación y de instituciones de investigación científica, y la poca adquisición de productos de tecnología avanzada por parte del gobierno, también pesan en la lista de factores que le restaron competitividad a El Salvador, indicó el Foro Económico Mundial (FEM) en su último Índice Global de Competitividad 2017-2018.
El reporte, que evaluó a 137 economías del mundo de acuerdo a 12 pilares, y 114 indicadores importantes para la productividad y la prosperidad a largo plazo de los países, ubicó a El Salvador en la posición 109, bajando cuatro casillas desde el año anterior, y considerándolo como el último de la región Centroamericana.
Las calificaciones más bajas del país fueron obtenidas en el pilar de “innovación”.
Pudiendo obtener un máximo de 7 puntos, El Salvador ni siquiera alcanzó una calificación de “3” en los indicadores relacionados al “gasto de las empresas en investigación y desarrollo”, la “colaboración de universidades e industria” en la materia, y la “disponibilidad de ingenieros y científicos”.
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La evaluación del pilar de “sofisticación de negocios” también reveló deficiencias en “naturaleza de la ventaja competitiva”, “estado del desarrollo del cluster”, “control de la distribución internacional” y “sofisticación del proceso de producción”.
El pilar de “institucionalidad”, pública sobre todo, fue otro con calificaciones bajas. Considerando solo ese indicador, El Salvador es el 133 de 137 evaluados.
Aunque el FEM apuntó un leve crecimiento en el “entorno macroeconómico” en general, también destacó una enorme caída en la calificación de riesgo soberano del país, que en términos prácticos, evidencia una mala imagen económica y representa una advertencia para el mercado internacional.
Por otra parte, en el pilar de “formación y educación superior”, El Salvador obtuvo un puntaje de 3.5 y se ubicó en la casilla 104. La calidad de educación y el entrenamiento en el trabajo fueron las principales fallas competitivas. La “eficiencia del mercado de bienes” y la “ eficiencia de mercado laboral” también ubicaron al país en las casillas 109 y 125, respectivamente.
Asimismo, entre otros aspectos, el Foro Económico Mundial destacó que el crimen, la corrupción, la burocracia y la inestabilidad política son los factores más problemáticos para hacer negocios en el El Salvador.
Según el organismo, a nivel latinoamericano, Chile, que mantuvo su posición 33 en una lista de 137 países evaluados, lideró el ranking. Le siguió Costa Rica, que este año dio un enorme salto y superó a Panamá y México.
En su evaluación general, el Foro señaló que los factores fundamentales de la competitividad y el crecimiento han empeorado en la región. Destacó también que las amplias diferencias en el ranking de Latinoamérica y el Caribe contribuyen a la desigualdad.
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¿Qué es una economía competitiva ?
El organismo define competitividad como “el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de una economía, lo que a su vez establece el nivel de la prosperidad que la economía puede lograr”.
Según el Foro, cada año, el ranking tiene como objetivo evaluar precisamente estos “factores que determinan la productividad” de los países porque se ha (comprobado) que “es el principal determinante del crecimiento a largo plazo”, y “básicamente, alcanzar la competitividad significa alcanzar la prosperidad”.
El organismo considera que las economías competitivas son las que tienen más probabilidades de crecer de forma más sostenible e inclusiva, “lo que significa más posibilidades de que todos en la sociedad se beneficien de los frutos del crecimiento económico”.
En su último informe, insistió en que este es un momento idóneo para que la región refuerce su capacidad de adaptarse a condiciones internacionales cambiantes y redescubrir nuevas fuentes de crecimiento sostenible, basadas en “una agenda de competitividad coherente que fomente el emprendimiento y el surgimiento de nuevas empresas innovadoras”.
Según el FEM, la innovación y sofisticación son áreas más complejas de competitividad que requieren una economía para poder aprovechar tanto las empresas de clase mundial y los establecimientos de investigación, así como un gobierno innovador y de apoyo.
En ese sentido, cuando el enfoque es ese “los países con mayor puntaje en estos pilares tienden a ser economías avanzadas con un alto producto interno bruto per cápita”, acotó el FEM.