¿Sobreviviría tu profesión en un régimen socialista?

Cada salvadoreño debe preguntarse si lo que él hace encaja en alguna forma con el régimen dictatorial de un Estado socialista. Es casi seguro que la mayoría de nosotros perderíamos nuestro quehacer, nuestros oficios o profesiones.

descripción de la imagen

Por Mirna Navarrete

24 September 2017

En Cuba no hay vendedores ni publicistas, ni comerciantes independientes, ni abogados, ni comunicadores, ni periodistas, ni presentadores de televisión libres, ni representantes de compañías de automóviles, ni modistas, ni negociantes, ni panaderos, ni agricultores libres con autonomía... se produce algo de pan, de ropa, de transmisiones de televisión... pero todos los que trabajan son empleados estatales.

Y “como todos somos iguales”, según el lema de la revolución, todos ganan el mismo salario, a menos que se trate de los “más iguales que el resto”, los miembros del partido comunista.

El cirujano especializado, el ingeniero de minas, el que barre la calle, la costurera, los meseros en los restaurantes para turistas, los camioneros... todos ganan entre treinta y cuarenta dólares por mes, lo que deja fuera de su alcance toda clase de electrodomésticos, ropa de calidad, viajes... nada de aquello que un conocido comunista aquí en El Salvador, que se las pasa despotricando contra “la burguesía”, compra y llena su carretilla en los supermercados que dispensan las mieles del capitalismo.

Nada de supermercados en Cuba, estimados amigos.

Eso sí, el hijo de Fidel Castro se las pasa en jolgorios en Europa, gastando a raudales, mientras en La Habana muchas mujeres no ven otro camino que convertirse en jineteras e irse con cualquiera por unos jeans o un perfume capitalista.

¿Quieren, señores izquierdistas criollos, eso para sus hijas?

Pero en Cuba, como en esta tierra, los socialistas ganan grandes salarios aunque no conozcan la “O” por redonda.

Hay muchos abogados en este país, un número de ellos que pueden considerarse “de izquierda”, como jueces, secretarios de juzgados, tinterillos, escribientes y fiscales que abiertamente simpatizan con el socialismo del Siglo XXI. Esas ocupaciones desaparecen de golpe en un Estado socialista, pues lo que menos tolera el régimen es letrados independientes, individuos que les discutan o contraríen sus decisiones.

Aquí ellos despotrican contra el capitalismo, pero en Cuba nadie despotrica contra el régimen sin que de inmediato lo hostilicen o lo condenen a veinte años de cárcel. Tampoco en Cuba hay partidos de oposición.

Cada salvadoreño debe preguntarse si lo que él hace encaja en alguna forma con el régimen dictatorial de un Estado socialista.

Es casi seguro que la mayoría de nosotros perderíamos nuestro quehacer, nuestros oficios o profesiones. Y es suficiente ver fotos de La Habana, la vieja y monumental metrópolis de hace años, para darse cuenta de que no hay oficio ni para pintores, pues todas las edificaciones están destartaladas y con sus paredes casi sin repellos.

Nada supera al comunismo

para empobrecer pueblos hasta el hueso

La miseria general era norma en los países detrás del Muro de la Infamia, como Alemania Oriental, la antigua Checoslovaquia, Polonia, Hungría, que a la fecha exhiben las cicatrices de esos años de gran retraso y pobreza.

Quien esto escribe ha visto “con sus propios ojos” las huellas de ese desastre, incluyendo grandes promontorios de basura dentro del Palacio de Sans-Souci, el Palacio de Federico el Grande de Prusia...

Nada supera al comunismo para empobrecer hasta el hueso a un país, anular toda iniciativa de los hombres, generar tristeza, pasar hambre y miedo.