De la conmemoración del Día del Niño a una política social centrada en la infancia

Si en el pasado nuestros niños y niñas fueron punto de encuentro y nos llevaron a realizar lo imposible, hoy, en un momento de desafíos, siguen siendo nuestra oportunidad

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13 October 2016

Una de las tareas más difíciles de la vida es descubrir lo obvio. Tomó que Newton se preguntase por qué una manzana cae hacia abajo en lugar de ir hacia arriba, y descubrir la ley de gravedad. Necesitamos de Einstein para hacer notar que el espacio y el tiempo son relativos, no absolutos, y descubrir la teoría de la relatividad. Requerimos de Churchill, para que en medio de la Segunda Guerra Mundial expresara que no había mejor inversión que dar leche a los bebés e impulsar una fuerte intervención en la niñez y adolescencia.

En El Salvador, después de casi dos siglos de independencia, más de sesenta años de conmemoración del Día del Niño y diferentes modelos de desarrollo, a muchos nos cuesta reconocer que nuestras capacidades y talentos como adultos son, indiscutiblemente, un reflejo de lo ocurrido en nuestra infancia. No hemos sido decididos en impulsar una estrategia de desarrollo que potencie las capacidades de nuestros niños, niñas y adolescentes, en un país donde sus cerebros y manos, sueños y anhelos, son la principal riqueza actual y futura. 

En su lugar, la sociedad y sus liderazgos han tallado una realidad en la cual vemos a nuestros niños y niñas como peligrosos o en peligro, más que como protagonistas del país. Esto, a pesar de que la historia misma nos demuestra que la infancia ha sido punto de encuentro de la sociedad. Cuando esto ocurrió, el resultado fue trascendental. 

Hacia 1985, en pleno conflicto armado, se llegó al acuerdo político y militar de parar la guerra unos días (los llamados días de tranquilidad), con el objetivo de vacunar a niños y niñas de enfermedades prevenibles. Su resultado fue la inmunización de cerca de 250 mil niños y niñas y la incepción de una idea poderosa: si es posible parar la guerra algunos días, quizá, en un futuro cercano es posible firmar la paz. ¡Y la paz llegó!

Más de treinta años después de ese suceso, nos encontramos, una vez más, conmemorando el Día del Niño, tristemente en medio de una sociedad entrampada en lo fiscal y económico. Un El Salvador joven, en donde no menos de diez bebés nacen en promedio cada hora, y donde, fruto de nuestro descuido colectivo, ofrecemos una trayectoria de vida que conlleva a que solo uno de cada seis nacidos vivos llegue en su vida adulta a tener un trabajo con remuneración por encima del salario mínimo y que cuente con una red de seguridad social.
  
Si en el pasado nuestros niños y niñas fueron punto de encuentro y nos llevaron a realizar lo imposible, hoy, en un momento de desafíos, siguen siendo nuestra oportunidad. Más que un acuerdo fiscal, acordemos una estrategia de desarrollo basada en la infancia. Trascendamos de la alegría pasajera de una conmemoración anual a construir nuestro desarrollo. Impulsemos, pues, una política social centrada en la infancia.
 

*Especialista en Políticas Sociales Unicef El Salvador