“Quiero ser vanguardia del proletariado”

Hasta donde entiendo, la vanguardia del proletariado no debe presentarse a elecciones, ni convencer a elector ninguno. Es suficiente con que otra compañera lo postule y un Consejo de la misma vanguardia lo ratifique. 

descripción de la imagen

Por

21 October 2016

En una de sus películas, “Yo quiero ser diputado”, el inmortal Cantinflas nos hacía reír con todas las aventuras que le tocaba vivir al personaje que quiso ser diputado para servir a su gente. En nuestro país, fue una obra de teatro satírico de C. Castellanos Rivas montada por Antonio Lemus Simún. La Universidad “Dr. José Matías Delgado” recientemente concedió un doctorado Honoris Causa a este último. Su familia también debe ser felicitada por dicho reconocimiento.

La lucha de clases es un concepto básico en la teoría marxista. No es una lucha abierta sino sorda y permanente. Se produce debido a la posesión de los medios de producción por unos pocos y las grandes cantidades de gentes que lo único que tenemos es nuestra fuerza de trabajo, la que ofrecemos para vivir. Los miles de proletarios formamos las masas, término algo despectivo, a decir verdad. 

La teoría sostiene que las masas somos las únicas que podremos pelear por nuestros intereses. Pero dado el muy escaso nivel educacional que nos caracteriza, las masas no podemos luchar solas por nuestra liberación nacional: necesitamos de quién nos guíe. Las masas se agotan en la lucha por intereses inmediatos (mejores salarios, menos horas de trabajo, mejores condiciones laborales y, ahora, escalafón y pensiones). Pero la lucha revolucionaria exige que se vaya más allá de intereses inmediatos. Y como eso no es fácil, las masas necesitan de compañeros mejor preparados que sí sepan interpretar la realidad y desnuden los oscuros intereses clasistas de los dueños de los medios de producción o de los aparatos de la superestructura y sus gobiernos títeres. Las masas necesitan quien vaya a la cabeza guiando el camino: urge la vanguardia del proletariado. 

No pueden ser ni Superman ni el Chapulín Colorado, menos el Capitán América, sumidos como están en la ideología de clase dominante. Mejor los cuadros dirigentes del Partido. Ellos y ellas (el contexto obliga) entienden bien las necesidades de las masas ¡incluso mejor que las masas mismas! La vanguardia del proletariado sabe por qué y para qué deben luchar. La vanguardia sabe bien que la única manera de alcanzar una sociedad sin clases es cambiando de raíz el funcionamiento mismo de esta sociedad que conocemos. La vanguardia sabe que las masas somos débiles, que si sentimos que nuestra situación mejora, entonces el sistema nos absorberá, no importa si somos campesinos, pequeños empresarios, obreros, profesionales, o industriales. Nada importa. La vanguardia lo sabe. Lo sabe mejor que nadie. Lo sabe y sabrá siempre.
No pregunte cómo: puede ser acusado de revisionista. Como se ve, no es un puesto de trabajo fácil de desempeñar. Por suerte la vanguardia del proletariado sabe. Siempre sabe. ¡Qué importante debe ser saberse vanguardia del proletariado! 

Por otra parte, debe ser más fácil y más bonito ser vanguardia del proletariado que ser diputado. Estos últimos, los pobres, deben invertir en su propia campaña electoral y convencer a sus votantes que serán buenos representantes. Hasta donde entiendo, la vanguardia del proletariado no debe presentarse a elecciones, ni convencer a elector ninguno. Ni siquiera dentro del propio partido. Es suficiente con que otra compañera lo postule y un Consejo de la misma vanguardia lo ratifique. Y ya. De aquí en adelante el trabajo será adecuar la realidad a una teoría de hace casi dos siglos. Sin importar qué tan elusiva sea la realidad para adecuarse a la teoría o, peor aún, si ha cambiado lo suficiente desde aquellos tiempos en que se incubó la teoría. Nada de eso importa. Para eso son vanguardia. 

Alguien tendrá que escribir, en nuestro país, “Quiero ser vanguardia del proletariado” obra de terror satírico y crítica social para que los demás entendamos lo difícil que resulta, todo lo que implica y por qué tenemos que tenerlos y mantenerlos tan bien. 

¡Pero que lo haga rápido, ya! Que la realidad les está complicando las cosas y dentro de poco tiempo sus explicaciones ya no resultarán verosímiles. ¡Lástima grande que Cantinflas y Chaplin hayan muerto y que Lemus Simún se haya retirado!

*Psicólogo y colaborador 
de El Diario de Hoy