Excelentes universidades dentro de las empresas

Cuando no había escuelas de periodismo, era en esta casa donde se entrenaban maestros, músicos, jóvenes inquietos, escritores y de muchas otras ocupaciones, para convertirlos en periodistas.

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Por Mirna Navarrete

11 September 2017

Hay países que, en proporción, tienen más graduados universitarios por habitante que los Estados Unidos, pero si no se toma en cuenta un hecho de decisiva importancia: la educación que las empresas imparten a su personal y que explica la eficiencia de la economía de ese país.

No hay que ir muy lejos para encontrar iguales ejemplos: en El Salvador las capacitaciones, lo que se aprende en la práctica del trabajo, lo que un empleado enseña a otros en sus grupos, tiene un valor para muchas actividades, superior al que las personas reciben en centros formales de estudio.

O, para decirlo de otra manera: la educación formal es un punto de partida en el que el estudiante y el graduado reciben lo básico de saberes relacionados con su profesión. Pero es en el trabajo, cuando se tiene que aplicar lo que se aprendió a situaciones reales, que mucho cobra sentido y, además, se aprenden a hacer las cosas para que encajen en la tarea común de una empresa o una entidad.

Esa necesidad de la práctica, de aplicar lo que les enseñaron, es lo que madura los conocimientos al nivel de las exigencias de un empleo.

Los ingenieros graduados tienen que pasar de problemas y materiales “teóricos” a lo que se da en la realidad: materiales imperfectos, obreros que no siempre son responsables, encargados de obra que no supervisan lo que sus subalternos hacen, imprevistos, etc. Los médicos descubren que cada enfermedad presenta sus propios cuadros de acuerdo con la resistencia y condiciones de un paciente y lo que se dispone en un hospital.

No hay peor ciego

que el obstinado en no mirar

En este Diario, por ser innovadores en prácticamente todo lo relacionado con sacar las ediciones impresas a la calle, hubo que aprender por cuenta propia y entrenar a periodistas, mecánicos, impresores, distribuidores, vendedores y muchos etcéteras.

Cuando no existían escuelas de periodismo era en esta casa donde se entrenaban maestros, músicos, jóvenes inquietos, escritores y de muchas otras ocupaciones, para convertirlos en periodistas; algunos pasaron a otras redacciones mientras otros se convirtieron en jefes de información de entidades públicas o publicistas.

Ya contamos que, entre otras ocupaciones, fue en EL DIARIO DE HOY donde se inició la profesión de diseñador gráfico en equipos de computación.

El tamaño de un sistema de producción es lo que mejor genera tecnología y conocimiento. Una empresa que procesa cien quintales de un alimento no requiere de los equipos, programas y saberes de aquella que procesa cinco mil toneladas. De allí lo lastimoso de los programas y actitudes del partido oficial sobre la autosuficiencia alimentaria: no es posible dar de comer y atender las necesidades de una sociedad crecientemente urbana, con lo que es válido para pequeñas comunidades con sus labriegos y agricultores en pequeño.

Los paquetes de semilla y los programas para distribuir parcelas entre campesinos pueden cumplir con la demanda del cantón cercano, pero no de San Salvador y las otras grandes ciudades del país. El gran descalabro agrario de los Ochenta se debió a la terquedad en destruir las grandes plantaciones y convertirlas en “cooperativas” de jornaleros; al día de hoy no sólo siguen en bancarrota, sino también es relativamente poco lo que contribuyen a las exportaciones y demanda interna. Pero es claro que no hay peor ciego que quien rehúsa abrir los ojos y mirar la realidad.