Desde el sábado pasado tengo un nuevo amigo… Se llama Félix y desde que me lo presentaron sintonizamos bien, hablamos claro, transparente y distendidamente. Es un personaje delgado, elegante, atlético de mirada limpia, un léxico adecuado a la circunstancia y claro en su pronunciación.
Me encantó la sinceridad y seriedad con la que tiene tres pactos con otro personaje que también se llama Félix, y que los explico aquí, porque son un buen ejemplo… Yo, después de escuchar atentamente sus tres pactos, le propuse uno más y lo aceptó sin dudarlo… El primer pacto es “ser siempre un buen hijo”, que significa, honrar a su padre y a su madre, respetarlos, quererlos, poner siempre su nombre en alto y corresponderles sus esfuerzos cumpliendo con el segundo pacto… “Ser un buen estudiante”, que expresado en conductas observables, quiere decir, mantenerse al día en todas las materias, entender el estudio como oportunidad de crecimiento y desarrollo mental e intelectual, poner siempre atención en las clases, realizar pulcramente las tareas que le asignan, ser un buen amigo y compañero de estudios, preparar con tiempo sus exámenes y obtener buenas notas, para que al terminar el bachillerato y después la carrera universitaria que decida, ser un excelente profesional…
El tercer pacto es “ser un buen atleta”, que mantiene la mente y el cuerpo sano, cuidando su alimentación, alejado de cualquier vicio y posibilidad de malversación del tiempo, manteniendo siempre una masa muscular fuerte de acuerdo a su edad, el peso y la altura, entrenando disciplinadamente, competir limpiamente cumpliendo siempre todas las reglas que rigen el taekwondo que practica, respetando a su adversario durante los encuentros y poniendo en alto el nombre de su club, su equipo y su maestro…
¡Excelentes pactos! Estoy seguro que los cumplirá todos… Pero ya entrado en confianza después de observarlo y escucharlo, le propuse el cuarto pacto. Además de ser hoy un buen hijo, un buen estudiante y un buen atleta, “ser en el futuro un buen hombre”, del que se sientan siempre orgullosos sus padres, su futura familia, sus amigos y su país… Y sin dudarlo dijo que sí…
Como hace un tiempo nos visitó su madre, al despedirnos el domingo después del almuerzo y un paseo, nos dijo con mucha ternura y una mirada clara: ¡Yo también quiero darles las gracias por haber atendido muy bien a mi mamá!
Pues sí… La disciplina del deporte, el amor a los padres, el deseo de triunfar en el deporte y en el estudio, más el buen ejemplo de sus padres en el trabajo honrado, le aseguran a Félix un buen futuro, en el que yo le apoyaré en lo que pueda y lo permita. Sintonicé rápidamente con Félix porque a su edad, saliendo de la pubertad y entrando en la adolescencia, yo tenía la misma complexión, y como él, la mente sana y llena de ilusiones… Conversando con Félix, volví a mi tiempo y recordé las inquietudes que tenía en mi cabeza, que poco a poco he ido consolidando.
Desde aquí un gran abrazo y mis mejores deseos para mi joven amigo Félix y al otro Félix que es su padre, a quienes espero volver a encontrar pronto.
Y ya terminando el Mes del Niño, esta es mi aportación para los padres…
*Columnista de El Diario de Hoy.
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