El viaje del Papa Francisco a Suecia

El encuentro, en el que participarán el Papa y miembros de la Federación Luterana Mundial, es de gran relevancia, pues va más allá de la conmemoración de un acontecimiento que marcó un antes y un después en la historia. 

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22 October 2016

El próximo 31 de octubre, el Papa Francisco viajará a Lund y Malmö, Suecia, para participar en la celebración del 500o. aniversario de la Reforma protestante. Para comprender mejor la importancia de este acontecimiento es necesario echar una mirada al pasado y examinar cómo, en los últimos años, el diálogo ecuménico está dando frutos concretos para ambas iglesias. 

En 1517, Martín Lutero se enfrentó a Roma y publicó las “95 tesis” contra la doctrina de las indulgencias. A grandes rasgos, el monje alemán tuvo dos motivaciones para declararse enemigo de la Santa Sede. Por una parte, su drama interior, que casi lo llevó a la desesperación por no estar seguro sobre el perdón de Dios y, por eso, cuestionó puntos fundamentales en la doctrina católica sobre la justificación (salvación de las almas y perdón de los pecados); por otra, con más o menos razón, denunció algunos abusos, principalmente económicos, por parte de la autoridad eclesial. 

En poco tiempo, Lutero logró una buena acogida y, 50 años después, su iglesia se había extendido por varios países europeos. Esto último, en gran parte, propiciado por motivos políticos: alinearse con Lutero significó para los príncipes y para la realeza liberarse del Sacro Imperio Romano, lo cual tenía no pocas implicaciones políticas, religiosas y económicas. 

Por su parte, la Iglesia Católica respondió a todo el terremoto causado por Lutero con el Concilio de Trento, el cual se llevó a cabo entre 1545 y 1563. Éste tuvo profundas consecuencias en la vida eclesial, desde la clarificación y desarrollo de cuestiones doctrinales (como la doctrina y práctica de los sacramentos y la definición del canon bíblico) y disciplinares para el clero (como la erección de seminarios diocesanos para la formación de los nuevos sacerdotes y la prohibición de acumulación de bienes eclesiásticos). 

Después del Concilio Vaticano II, el diálogo entre ambas iglesias se ha intensificado y concretado de diversas formas. En 1999, por ejemplo, surgió una declaración conjunta entre la Iglesia Católica y la Luterana sobre la justificación, con la cual se anularon importantes disputas entre ambas. 

Posteriormente, en 2013, se publicó un extenso estudio conjunto titulado “Del conflicto a la comunión”, el primer intento de ambas partes de describir juntos y a nivel internacional, la historia de la Reforma y sus intenciones.

En este contexto se encuadra el viaje de Francisco a Suecia. 

El encuentro, en el que participarán el Papa, el presidente de la Federación Luterana Mundial (LWF), Munib A. Younan, y su secretario general, Martin Junge, es de gran relevancia, pues va más allá de la conmemoración de un acontecimiento que marcó un antes y un después en la historia. 

Como dice el comunicado oficial, este encuentro ecuménico propone poner de relieve los 50 años de continuo diálogo entre los católicos y los luteranos y los dones que resultan de esta colaboración. Además, se centra en los temas de acción de gracias, arrepentimiento y el compromiso de testimonio común. El objetivo es mostrar los dones de la Reforma y pedir perdón por la división perpetuada por los cristianos de ambas tradiciones.

¿Qué vendrá después de todo esto? Por ahora, es difícil pensar en una “hoja ruta” bien concreta. Sin embargo, la declaración “Del conflicto a la comunión” propone cinco desafíos para avanzar en el camino común hacia la unidad. Resumidamente, son los siguientes: 

1. Partir de lo que une, no de lo que separa, y fortalecer lo común.

2. Dejarse transformar mutuamente, a través del testimonio mutuo de fe.

3. Obligarse a buscar la unidad visible.

4. Descubrir conjuntamente la fuerza del evangelio de Jesucristo para nuestro tiempo.

5. Dar testimonio de la gracia de Dios en el anuncio y en el servicio al mundo.

Para ambas iglesias es una oportunidad para dar un testimonio común de fe, en un mundo marcado por la secularización y, a la vez, en el que proliferan nuevos movimientos religiosos.

*Periodista. 
jaime.oriani@eldiariodehoy.com