Familia de policía asesinado tuvo que abandonar su vivienda

La viuda y sus tres hijos tuvieron que salir de la zona, porque aparentemente retiraron la vigilancia que tenían de policías y soldados.

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Foto/ René Estrada

Por David Marroquín

03 September 2017

No habían pasado 15 días después del asesinato del agente de la Policía Rodolfo Velasco Iraheta y su familia tuvo que abandonar su vivienda, luego de que se le retirara la seguridad que le daba la Policía ante posible represalias.

Dejó en la orfandad a tres hijos menores, cuyas edades oscilaban entre los 4 y 16 años, según familiares.

La esposa y sus tres hijos salieron de su casa en el cantón Santa Lucía, límite entre San Isidro e Ilobasco, casi 15 días después de que el agente Velasco fuera asesinado por pandilleros, el 21 de julio pasado, cuando se disponía a salir a su trabajo.

Vecinos manifestaron que la viuda se tuvo que ir porque aparentemente le retiraron la presencia de policías y soldados que custodiaba la vivienda.

Velasco Iraheta y su familia se asentaron en la vivienda donde lo asesinaron en abril pasado, luego de que él con esfuerzo la comenzara a construir desde noviembre pasado.

Agregaron que el agente asesinado residía anteriormente en San Isidro, pero luego de que la casa estaba casi terminada, decidieron trasladarse a la misma.

En la zona nadie sabe hacia donde tuvo que emigrar la señora de Velasco ni tampoco si recibió ayuda de parte de la corporación policial.

La casa se encuentra abandonada. Solo una cruz verde colocada justo en el sitio donde Velasco Iraheta cayó mortalmente. El monte ha comenzado a crecer y se observa el desorden en la casa, lo que refleja que en la misma ya nadie la habita.

Un pariente del agente Velasco aseguró que en la zona hay bastante presencia de pandilleros de la mara Salvatrucha (MS).

El sector no es muy seguro para las personas desconocidas en el lugar, aunque en apariencia se observa que no existe ningún peligro.

La preocupación que ha comenzado a invadir a los residentes del sector es que los pandilleros se den cuenta que la vivienda está abandonada y que ellos puedan llegar a tomársela para sus fines criminales.

La mañana de su asesinato, Velasco Iraheta encendió su motocicleta porque tenía que presentarse a cumplir con su servicio policial. Abrió el portón de entrada a su casa y retornó a la moto para sacarla de la vivienda.

En los precisos momentos en los que se disponía a salir con la moto, aparecieron dos pandilleros y de inmediato le comenzaron a disparar.

Al caer al suelo, los mareros se le acercaron para propinarle una serie de machetazos con saña.

Además de ser agente de la Policía, Velasco Iraheta también trabajaba como mecánico en los talleres de la Policía, en donde se dedicaba a reparar los carros patrullas en la delegación policial de San Vicente.

El día del ataque, la Policía arrestó a varios pandilleros vinculados al crimen, pero nadie ha sido acusado ante los tribunales de justicia.