Del Tío Rico MacPato y otros cómics

En El Salvador hubo intentos de cómics que no duraron mucho; el único superhéroe de nuestra historia editorial fue el detective Tiburcio Telénguez.

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29 October 2016

En la categoría de “cartoons” o viñetas destacan los personajes de Disney: el Pato Donald y su eterna novia, Daisy; Mikey y Minnie Mouse, a quien Hugo Chávez quiso satanizar al decir que siempre andaba enseñando los calzones y que Donald no usaba pantalones ni Daisy falda, lo cual era “un pésimo ejemplo para los niños”. Pero quien más espuma le sacaba por la boca era el Tío Rico MacPato, el Tío Scrooge, al que consideraba el símbolo puro del capitalismo despiadado, explotador, la avaricia y el egoísmo encarnados.

Nunca supo Chávez que, según el biógrafo del Tío Scrooge, Don Rosa, a los diez años, el buen pato comenzó lustrando zapatos en las calles de Glasgow, Escocia, su tierra natal. A los trece años emigró a Estados Unidos para alistarse como grumete en un barco, en el río Misisipi; fue vaquero en un rancho en el Oeste; gambusino (buscador de oro) fracasado en California y Australia. Su suerte cambió durante la fiebre del oro en Alaska, en las riberas de los ríos Klondike y Yukon, donde estuvo a punto de perder la vida en las garras de osos, lobos y por hipotermia; luego el Tío Scrooge encontró un abundante filón, acumuló una regular fortuna y compró un banco con el que multiplicó su dinero y se convirtió en el pato más rico del mundo. Toda una vida de trabajo honesto, inteligente, seguido de esfuerzo, perseverancia y sacrificios. ¡El Tío Scrooge es el paradigma del neoliberalismo, generador de empleos. No fue nada fácil almacenar esas enormes cantidades de billetes y monedas en sus fastuosas bodegas, bajo el acoso permanente de los hermanos Beagle, Los Chicos Malos, que van tras sus riquezas con la misma voracidad con que lo hace aquí, con nosotros, el fisco de la izquierda. 

Aquí se debe señalar un error del autor de esta historieta: ningún capitalista, que se precie de serlo, mantendría su dinero inerte, sin generar intereses, en un banco, en operaciones bursátiles y ganancias en diversas inversiones. Pero bien, es solo un recurso cómic, ilustrativo de su riqueza.

En esta categoría de viñetas, parecida a la línea Disney, Hispanoamérica ha producido personajes de gran popularidad y difusión mundial: “Mafalda”, “Condorito” y otros, menos conocidos, en casi todos los países de la región.

Los personajes de los cómics poseen diversas personalidades, bien definidas y no solo tienen por finalidad divertir a los lectores, sino que también son usados para transmitir valores, enseñanzas morales, para mandar mensajes subliminales, hacer propaganda abierta y otros condicionantes de actitudes y formas de ver la vida. A veces pueden constituir un riesgo de control social y, asimismo, generar o afianzar prejuicios. Lo importante es estar conscientes de ello para sustraerse a los efectos que el discurso cómic pueda ejercer sobre nosotros.

Por ejemplo, hay analistas que ven a Mandrake el Mago como un fijador subliminal del machismo y la discriminación racial: blanco, caucásico, su magia es producto de su poderosa mente. En cambio su criado, Lotario, un africano, posee la fuerza bruta, el poder del músculo. 
Un modelo semejante proyectan El Fantasma, Tarzán, Supermán y casi todos los superhéroes occidentales, que han sido dibujados como de casta superior: ninguno de ellos fue negro, asiático ni latino.

En El Salvador hubo intentos de cómics que no duraron mucho. Hasta ahora el único superhéroe de nuestra historia editorial había sido la creación del periodista José Jorge Laínez: el audaz y astuto detective, resuélvelotodo, Tiburcio Telénguez, con su pistola de 113 tiros, poseedor de un vehículo que haría palidecer al batimóvil de Batman, una combinación de “automóvil, helicóptero, submarino y buscaniguas”.
Después de él solo hemos tenido antihéroes, en vivo, cholcos, vulgares y desgreñados.


*Periodistarolmonte@yahoo.com