El miércoles teníamos una reunión en Guatemala a las 11:00 de la mañana y previendo algunos inconvenientes y actuando con pensamiento preventivo, optamos por salir a las 6:00, es decir, cinco horas antes y con dos horas más del tiempo que regularmente necesitamos, pues hace dos semanas hicimos el mismo trayecto en tres horas y queríamos, esta vez, estar Guatemala entre las 9:00 y las 10:00 para llegar tranquilos a nuestra reunión.
Lastimosamente llegamos tarde, a las 12:30, con tres horas de retraso, en contra de mi costumbre de puntualidad para mis reuniones, de más o menos 15 segundos.
¿Y que pasó?... Sencillo… Falta de planificación, ineficiencia, desorganización, descuido, falta de previsión, desinterés, típico de los responsables de las obras en las carreteras y de la organización del tráfico cuando hay una obra que se sabe será de varios días en una carretera de alto tráfico… Y digo, carretera de alto tráfico, porque eso es, la de San Salvador a Santa Ana, que aunque aquí llamamos autopista, no cumple ni los mínimos estándares de una autopista alemana o un highway estadounidense.
Pero volviendo al tema, desde Los Chorros a las 6:15 de la mañana, se empezó a reducir la velocidad del tráfico y llegamos a la urbanización Pasatiempo, por donde está la obra en el carril de Santa Ana a San Salvador, a las 9:30, después de un viacrucis de “para y arranca” a tres kilómetros por hora… ¡Una vergüenza de previsión de ordenamiento del tráfico!
¿Y dónde están los “gestores de tráfico” de la fábrica de empleos? No los vimos sino hasta el final, donde había uno solo, tratando de ordenar el “desmadre” de tres filas entre rastras, tráileres, buses, pick ups y vehículos particulares…
En cualquier país civilizado, cuando hay una obra de esta envergadura, se empieza a alinear el trafico desde cinco kilómetros antes, y más en un país, con tanta falta de cultura vial, donde se sabe, que impera es la ley del más fuerte, más atrevido o más desesperado.
Si lo hubieran ordenado desde Los Chorros en una fila, la velocidad se hubiera reducido a unos 20 km por hora y el retraso máximo hubiera sido de unos 20 minutos, pues pasando este “punto negro” pudimos continuar nuestro viaje sin problemas hasta llegar a la Ciudad de Guatemala.
Fíjese… En el supuesto de que hayan sido unos cinco mil vehículos los de esta trabazón de tres horas, son quince mil horas de motores consumiendo combustibles y pensando en unas veinte mil personas afectadas, fueron sesenta mil horas perdidas de trabajo y, seguro, unas veinte mil llamadas telefónicas avisando que se llegará tarde.
Pero como el gobierno cobra impuestos por los combustibles y la telefonía, quizás organizar trabazones sea una forma de equilibrar el presupuesto, sin importarles los efectos colaterales negativos para la economía.
Señores del MOP… Con tantos impuestos que pagamos, merecemos respeto, consideración y un mejor trato. Y creo que es posible, solo con un poco más de seriedad y menos indiferencia hacia los “pagaimpuestos”, en la previsión, organización y supervisión del tráfico y de las obras. ¡Para eso cobran!… ¿O no?
*Columnista de El Diario de Hoy.
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