Hillary y Trump, en la recta final

La campaña está en su fase final y todo indica que Trump perderá. Falta ver a qué costo para el Partido Republicano. El problema será la mañana siguiente, pues quedará la nación líder del mundo libre más dividida que antes.

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25 October 2016

"En política nunca se dice nunca”, le escuché decir una vez a Ronald Reagan, pero a trece días de la elección estadounidense el colegio electoral --que es el que realmente importa para elegir presidente-- parece ya haber echado la suerte en favor de Hillary Clinton y donde se centra la disputa es en la batalla por el control del Senado, e incluso de la Casa de Representantes. Empero, ha sido tan impredecible esta campaña que una bomba informativa soltada por Wikileaks o algún asunto de seguridad nacional podría aún impactar resultados en alguno de los diferentes frentes de batalla. Vamos por partes.

Ninguno de los dos candidatos era la mejor opción de su partido para ganar la elección presidencial. Así lo expresaron con claridad las encuestas durante las primarias. Trump tuvo en junio la oportunidad de haber moderado su discurso al ganar la candidatura republicana y haber unificado a su incómodo partido -- con su candidatura-- en contra de Hillary Clinton. Pero no hizo ni una cosa ni la otra. Hillary, por su parte, sí  solidificó su partido y activó la maquinaria que a nivel nacional tienen los Clinton, ventaja para ella ya que sólo la familia Bush posee una estructura similar a nivel nacional.

La primera semana de agosto pensé que Trump había perdido la elección al haberse peleado absurda e insensiblemente con los padres de un capitán del ejército estadounidense que murió combatiendo en Irak, cuya familia es musulmana. Cerca de 50 funcionarios republicanos del establishment estadounidense le quitaron su apoyo en esa misma semana. Muchas veces me pregunté, durante esta atípica campaña presidencial, que cómo era posible que tuviera todavía posibilidad Trump con todos los errores que cometía y por las cosas que dice. Me cuestioné particularmente esto cuando se llegó al primer debate y el momentum --tan importante en política-- le correspondía a Trump, pues Hillary tiene un récord difícil de defender (emails, Benghazi).

Experimentada como es y con buenos operadores políticos, sabiendo que se enfrentaría a una persona tanto impredecible como a su vez reactiva, estudiaron su personalidad y le tendieron la “cascarita” de la campaña: Alicia Machado, la ex-Miss Universo. Trump estuvo a la ofensiva los primeros quince minutos del primer debate, luego fue aflojando y se le vio poco preparado, respondiendo generalidades. Cuando llevaban más de una hora de debate le tocó Hillary el tema, y el hombre  “cayó de bruces”. Volvió a tomar pleito, esta vez con un grupo crucial para tener posibilidad de ganar la elección: las mujeres. 

 Una a una, las denuncias públicas de mujeres y los supuestos abusos de Trump fueron ampliando la brecha entre Hillary y él, entrando en pánico el Partido Republicano por mantener la mayoría en el Congreso, amenazada en especial la mayoría en el Senado. Si fue estrategia política lo de “la cascarita”, pues habría sido la más brillante jugada de toda la campaña. En el segundo y tercer debate mejoró Trump su desempeño, se notó más preparado; Hillary siempre lo estuvo aunque recibió buenos jabs, pero cometió Trump garrafal error en el último al atacar la legitimidad de la votación, cuestionando a priori su resultado.

La campaña está en su fase final y todo indica que Trump perderá. Falta ver a qué costo para el Partido Republicano. El problema será la mañana siguiente, pues quedará la nación líder del mundo libre más dividida que antes, con dos visiones en choque. Y con la posibilidad de que alguien carismático, sofisticado políticamente, se vaya por el populismo en la próxima elección presidencial de la única superpotencia existente en el mundo, porque cuando exista amenaza de populismo, por pequeña que sea, la respuesta deberá ser siempre más democracia. Veremos qué sucede.
    
*Director Editorial de El Diario de Hoy.