En muy contadas ocasiones El Salvador ha contado con el privilegio de tener a funcionarios del calibre del Dr. Alfredo Martínez Moreno, quien sería mejor descrito por un verdadero literato, pues sus virtudes y talentos son dignos del más alto realce.
Ciudadano de mente preclara, rectitud de espíritu y comportamiento ejemplar, el Dr. Alfredo Martínez Moreno fue Ministro de Relaciones Exteriores y Presidente de la Corte Suprema de Justicia en los Años Sesenta y actualmente es un destacado y respetado diplomático en el ámbito nacional e internacional.
Tengo el privilegio de conocerlo desde hace aproximadamente nueve años, cuando eran más constantes mis visitas a su oficina en las cercanías del Parque Cuscatlán, siempre bien recibidas con un cordial “¡Mi amigo, pase adelante!”.
En su obra “Con toga y sin birrete”, el Dr. Alfredo Martínez Moreno, quien de niño vivió y se educó en Costa Rica, hace un homenaje a los “estadistas que generalmente entraban a gobernar con un patrimonio familiar modesto y abandonaban el poder público más pobres que antes, pero con el respeto y la gratitud plena de sus conciudadanos”. En dicha obra nos relata el ejemplo de un expresidente de Costa Rica, Cleto González Víquez, quien por su forma honesta de gobernar se ganó el respeto del Congreso, de mayoría opositora, al punto que el Congreso acordó otorgarle una distinción para apoyarlo económicamente, ante la precaria situación personal con la que abandonaba el poder. No obstante, el presidente saliente rechazó la distinción justificando que “menos habría de admitir esa ayuda en los momentos actuales en que el tesoro público y el país sufren grandes congojas”.
También rememora el ejemplo del exdiputado costarricense Otilio Ulate, quien ante una propuesta de aumentar el salario a los diputados, envió una carta señalando que debido a la “crisis fiscal tan aguda” por la que atravesaba Costa Rica, renunciaba al aumento. Años después, ese diputado se convirtió en el presidente de Costa Rica y fundó la Contraloría General de la República (el equivalente a nuestra Corte de Cuentas), con el objetivo de que un ente independiente controlara y fiscalizara a la hacienda pública. El Congreso nombró al frente de la Contraloría a Amadeo Quirós, quien hasta entonces fungía como Ministro de Trabajo y quien era reconocido por su modestia y rectitud.
El Dr. Alfredo Martínez Moreno me regaló una copia de una carta que el presidente Otilio Ulate dirigió a Amadeo Quirós cuando este último dejó el cargo de Contralor, en la cual lo felicitaba por “establecer, fortalecer y consolidar la autoridad de la Controlaría en función probadamente autónoma y no como un apéndice del Poder Ejecutivo”. En la misma carta, el presidente Otilio Ulate recuerda con agrado que Amadeo Quirós, cuando era Ministro de Trabajo, únicamente ocupaba el vehículo oficial cuando debía hacer viajes fuera de la capital y además siempre devolvía las dietas que percibía, para que se utilizaran en obras de beneficio público, ya que sostenía: “Si yo, como ministro, recibo un sueldo, debo dedicar todas las horas laborales del día a trabajar en el ministerio; y si tomo algunas de esas horas para trabajar fuera de él, pero dentro de la misma función que ejerzo, este otro trabajo también lo realizo en condición de ministro y dentro del tiempo que le debo a mi cargo. Por lo tanto, la paga que recibo no puede ser mayor que mi sueldo”.
Sin duda, estos modelos de vida fueron de gran impacto en la formación del Dr. Alfredo Martínez Moreno, quien desempeñó sus funciones oficiales con igual o mayor nivel de ética y probidad pública. Su servicio a la Nación es realmente invaluable y, como suele ocurrir en estos casos en los que la humildad del servidor es mayor a su interés de vanagloriarse, una gran parte de su aporte al país quedará inadvertida para siempre.
Ahora que celebramos sus noventa y cuatro años de vida ejemplar, agradezco al Dr. Alfredo Martínez Moreno por la cátedra de civismo, ética y moral que ha dado al país en el ejercicio de sus destacadas funciones. Encontrando en él las cualidades de literato que carezco, hago mías sus palabras para decirle: “Que la existencia nobilísima de aquellos ciudadanos ejemplares inspire, en la crisis moral que vive el mundo, a las nuevas generaciones centroamericanas”.
- José Miguel Arévalo Rengifo
Abogado