El túnel de la Masferrer: Oportunidad de aprendizaje para todos

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02 September 2016

Luego de larguísimos meses de exasperantes congestionamientos, el túnel de la Masferrer fue parcial, tibia y tímidamente inaugurado. Todavía tendremos que esperar varios meses más para que la terminen de verdad y se parezca al vídeo con que la promocionaron. La inauguración contó con la presencia del Señor Presidente de la República y de quien se dice se ocupa en tratar de sucederlo. La foto de la tímida inauguración dio motivo para una simpática pero punzante caricatura en la que el actual ministro de Obras Públicas le recordaba al Señor Presidente que ahora construían puentes, no los dinamitaban. (Suena al fondo Celia Cruz cantando “Ríe y llora”: lo que es bueno hoy, quizás no lo sea mañana).

La psicología estudia los factores que inciden en la conducta humana: evolución, herencia, maduración, aprendizaje, educación, bases fisiológicas, historia personal, condiciones ambientales y otras más. En sus orígenes, se concedió mucha importancia al estudio de la enfermedad mental y al pasado de las personas para explicar las conductas. Un siglo después nuevas teorías nos han descubierto otras perspectivas. 

La teoría de la Atribución, por ejemplo, estudia el proceso de inferir las causas de los acontecimientos o comportamientos. En su formulación original (1958) Fritz Heider postuló que las personas observan a los otros para analizar su comportamiento e inferir sus propias explicaciones sobre esas acciones. Su grupo de investigadores diferenció entre atribuciones externas (explicar la conducta debida a fuerzas situacionales) e internas (explicar el hecho en función a características y rasgos individuales). La teoría ha tenido ulteriores desarrollos y aplicaciones prácticas.

Una de ella es el sesgo del observador, postulado por Jones y Nisbett, en 1972: cuando somos observadores, tendemos a explicar la conducta del actor con base en sus características personales y estables. En cambio, cuando nosotros somos los actores, explicamos la misma conducta a partir de las características de la situación. Es decir, atribuimos nuestra propia conducta principalmente a causas situacionales (externas) pero la de los demás a causas internas. El elemento éxito o fracaso introduce una variable adicional: en general, nuestros éxitos los atribuimos a nuestras propias capacidades en tanto los fracasos los atribuimos a factores externos. 

Con estos elementos en mente, se entiende mejor por qué “todos los políticos son iguales”. No hace falta que haga la tarea de escuchar los discursos presidenciales de los últimos treinta años, todos dirán lo mismo: El Salvador avanza, por las cosas que hacemos como gobierno, pero los problemas del país no son responsabilidad nuestra, se explican por sucias conspiraciones internacionales de quienes no nos quieren o bien a grupos internos que tampoco no quieren y desean desestabilizarnos. Lo dicen todos igual.

¿Por qué me parece que es una oportunidad de aprendizaje? Porque solo faltaba que el FMLN sentara en el solio presidencial alguno de sus candidatos. Ahora ya todos los partidos políticos “maduros” han tenido la experiencia de ser actores en el Ejecutivo y ser mayoría en la Asamblea Legislativa. Bien gobernar no es asunto de soplar y hacer botellas ni comida para hocicones. Nuestro desiderátum: que hayan aprendido, pero puede que no. Nos harán recordar entonces que: “Quod natura non dat, Salamantic non praestat”. 

Entendemos que todos discurran con el sesgo del observador en sus críticas: son humanos. Pero habiendo sido actores y observadores, ¡que ya no joroben tirándose unos a otros la pelota! Más les convendrá adoptar la actitud de quien realmente quiere progresar: despojarse de criterios ideológicos y atender a la realidad. No cuesta mucho. Bastará con que se limpien el cerumen que no les permite escuchar el clamor popular.

No hay espacio para más. Lástima porque ya me había entusiasmado. Es comprensible que los dos partidos mayoritarios se echen culpas mutuamente: uno es actor, otro observador. Pero ambos dicen querer lo mismo: el progreso del país. Me hace recordar la caricatura de los dos burros atados por una cuerda cuya longitud no les permite alcanzar simultáneamente los dos montones de pienso (comida) que se les ha puesto en cada extremo. ¿Actuarán como burros o conseguirán negociar para el progreso de todos nosotros?

*Psicólogo y colaborador
de El Diario de Hoy.