La tiranía de la dicotomía falsa

Quienes abusan de la falsa dicotomía no lo hacen porque subestimen la capacidad de razonamiento humano. Lo hacen porque le temen. 

descripción de la imagen

Por

04 September 2016

Que qué nos importa, dice el vicepresidente Ortiz, sobre la orden de la Sala de lo Constitucional al Órgano Ejecutivo de que se divulgue la información sobre los viajes de Mauricio Funes durante su presidencia. Que la información no es relevante. Que la atención del gobierno debería estar en elevados temas de Estado como son la delincuencia o el desempleo, no en andar divulgando información de administraciones anteriores.

Que así ha sido siempre, y que cuando robaban los gobiernos de ARENA no les importaba, dicen aquellos a quienes les molesta que muchos de nosotros estemos exigiendo más transparencia por parte del actual gobierno y demandando que se investiguen a fondo las existentes sospechas de enriquecimiento ilícito por parte de la administración anterior.
 
Que mejor critiquen al FMLN que ni tiene proceso interno, rezongaron los militantes de ARENA cuando algunos reparamos en que muchas de las planillas que prometían la renovación de la cúpula del partido, se habían apoyado en los perfiles de la vieja escuela, indicando continuismo.
Y la retórica política salvadoreña no tiene el monopolio de este estilo argumentativo. Abunda también en los medios políticos estadounidenses: que vayan a criticar a Clinton mejor, contestan cuando se señalan las evidentes (recurrentes y múltiples) fallas de Donald Trump como candidato. Confunden ser anti-Trump con ser pro-Clinton, como si las únicas posibilidades de razonamiento político fueran los extremos y las dicotomías.

Lo que se persigue con este estilo argumentativo es evadir responder las preguntas importantes. Intenta pintar a los seres humanos como entes unidimensionales a los que solo nos importa una cosa a la vez, como si la capacidad de preocuparnos por algo, limita nuestra habilidad de también interesarnos por algo más. En el caso del argumento del vicepresidente Ortiz, es especialmente hipócrita que intente desestimar el interés legítimo de la población en que exista transparencia apelando a la crisis de criminalidad que padecemos. Ignora que es precisamente porque queremos un gobierno que pueda combatir la criminalidad, nos interesa que exista buen uso de los recursos, transparencia, y respeto al Estado de Derecho.
  
Ese argumento de que los otros gobiernos también robaban supone que a quienes nos importa el combate a la corrupción solo nos importa cuando viene de uno u otro actor político, ignorando que querer que se investiguen los casos que tienen la atención mediática actual no implica la condonación de los actos de corrupción anteriores.
 
De la misma manera, criticar el proceso interno de ARENA no implicaba automáticamente una validación o aplauso de las prácticas antediluvianas de anti-democracia que existen en el Frente. Del Frente, que continúa escogiendo candidatos de dedazo y aplicando a la administración las características nada envidiables de la rigidez y la intolerancia, ¿qué se puede esperar? No es ese el estándar con el que debería compararse partido democrático alguno, y solo se exige cuando se espera posibilidad alguna de cambio o mejoría.
 
La falsa dicotomía se ha vuelto una tiranía argumental que no solo impide el diálogo constructivo: limita también la generación de pensamiento, pues condiciona a muchos a creer que la verdad debe necesariamente hallarse entre dos polos y a ignorar realidades multidimensionales de mayor complejidad. Quienes abusan de la falsa dicotomía no lo hacen porque subestimen la capacidad de razonamiento humano. Lo hacen porque le temen. 
 


*Lic. en derecho de ESEN 
con maestría en Políticas Públicas 
de Georgetown University.
Columnista de El Diario de Hoy.
@crislopezg