La capital está como el hombre que operan en cuatro partes del cuerpo

Las imágenes publicadas del caos vehicular causado por el cierre de calles del Centro Histórico por los trabajos de la Alcaldía demuestran que al partido oficial y a sus funcionarios no les importan las consecuencias de sus actos y decisiones sobre la gente.

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Por Elizabeth Castro

24 August 2017

En sus calles y avenidas, San Salvador está como el hombre al que al mismo tiempo le hacen cirugía en el cuello, la columna vertebral, el hígado y la rodilla.

Hay obras en la vía al Aeropuerto Internacional, en la carretera al Puerto de La Libertad y en las plazas del centro de la capital, lo cual genera descomunales atascos, a los que se suman los rutinarios congestionamientos en los bulevares de Los Próceres, Diego de Holguín y Los Héroes, 49a. Avenida, zona del Salvador del Mundo y otras, así como las marchas que montan grupos afines al gobierno como la de ayer.

Las imágenes publicadas del caos vehicular causado por el cierre de calles del Centro Histórico por los trabajos de la Alcaldía demuestran que al partido oficial y a sus funcionarios no les importan las consecuencias que sus actos y decisiones tendrán sobre la gente, la economía del país o el comercio de zonas afectadas, siempre que lo que hagan les beneficie a ellos. Hasta ahora nadie ha salido a dar explicaciones ni a ofrecer disculpas por los perjuicios.

Hay muchas obras, reformas, cambios y necesidades más urgentes que poner bajo tierra los cables eléctricos, más si las obras se hacen en horas de trabajo y cerrando todo el centro, versus labores nocturnas que bloquean una vía pero dejen alternativas al tráfico.

Es la misma mentalidad de los “exámenes sicológicos” que se le ocurrieron a los de Transporte para sacarle más dinero a la gente sin importarle nada el desmadre que se ha generado, comenzando porque no contratan bancos para que faciliten el pago.

Los concejales no oficialistas de la Alcaldía deben informar qué clase de contrato se firmó para esas por ahora innecesarias obras, cómo fue el concurso para los trabajos, cuál es la razón de no efectuarlos en horas nocturnas y en tal manera que queden siempre vías alternas, por qué no se ponen agentes municipales a direccionar vehículos y evitar atascos.

Van descuaje en descuaje hasta dejar un desierto de cemento

Hay muchas calles que necesitan repararse después de tirar sobre ellas un tráfico para el cual no estaban preparadas... además no se han replantado los árboles de los parques que mandaron a cortar.

El oficialismo no tiene sensibilidad por los árboles, que son siempre un don de Dios, de la naturaleza y del tiempo. Se meten a talar árboles como si no bastaran los descuajes que hicieron los del Sitramss, que se acabaron una parte de lo que todavía queda del llamado “Parque Infantil”. Y debemos todos rogar a Dios que el siguiente descuaje no sea en el Parque Cuscatlán frente al Hospital Rosales o en las laderas del volcán de San Salvador.

Lo que está sucediendo con el tráfico de la ciudad es una demostración de la poca capacidad que tienen los funcionarios encargados para programar obras y llevarlas a cabo con eficiencia, coordinarlas para que no se formen cuellos de botella o que choquen entre sí, como procurar que se haga el menor perjuicio que se pueda a la vida normal de una ciudad y la operación de sus comercios y, por consiguiente, que no ponga en riesgo el empleo de nadie.

Los embotellamientos, que llevan años, comprueban que los encargados hacen las cosas “a la diabla”, pensando únicamente en sus intereses pero sin considerar los perjuicios causados, perjuicios que abonan a la crisis que vive el país.