Terroristas son terroristas, no malos aquí pero buenos allá

Los dementes que masacran a inocentes en París, Barcelona y Berlín no son “luchadores por una fe religiosa”, sino terroristas.

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Por Elizabeth Castro

23 August 2017

En su momento y sin reflexionar a fondo sus posturas, muchas naciones europeas dieron refugio e inclusive apoyaron política y económicamente a terroristas o extremistas del Medio Oriente, como fue el caso del ayatola Jomeini, que estableció el régimen fundamentalista en Irán, como apoyaron movimientos subversivos en Centro y Sudamérica y adoptaron posiciones tibias contra el castrismo.

Los dementes que masacran a inocentes en París, Barcelona y Berlín no son “luchadores por una fe religiosa”, sino terroristas, como lo fueron quienes secuestraban, asesinaban y detonaban bombas en nuestra región.

Ahora tenemos las pandillas más violentas y peligrosas del mundo occidental, que no solo asuelan en estos países, sino que están asesinando gente en Nueva York y muchas otras ciudades de Estados Unidos, además de ser una pesadilla horrible en Los Ángeles y el sur de California, en donde hay barriadas que por la noche sufren balaceras y al día siguiente aparecen cadáveres.

En los últimos atentados en Cataluña se puso en evidencia una política: no tomar prisioneros, pues terroristas vivos conducen a que otros tomen rehenes para rescatarlos. Esa fue la razón por la cual el operativo que eliminó a Bin Laden lanzó su cadáver en una profunda parte del océano, para no crear un “santuario”.

De las revueltas de esos años surgió otro de los flagelos de la actualidad, el narcotráfico y las mafias involucradas, que entre otros hechos aterrorizan zonas de México y especialmente territorios colindantes con Estados Unidos. No es sorpresa que se encuentren fosas clandestinas con cientos de muertos como aquí en El Salvador.

Después de ser primeros, ahora vamos a la zaga en la región

Los países, como las personas, tienen siempre que corregir problemas, enfrentar males (calamidades en unos, torpezas colectivas en otros), reinventarse, progresar y llegado el momento pasar los buenos logros y los problemas a la generación siguiente, que encontrará desafíos y oportunidades inéditos, más en un mundo donde el saber se duplica cada cinco años.

Cada época, por desgracia, sufre la carga de sus cavernícolas, de los que son rémoras al desarrollo aferrados a dogmas o su propia cortedad de miras.

No podemos dejar de mencionar que a causa de las políticas y el oscurantismo de los socialistas del siglo XXI, El Salvador dejó de ser una nación propicia para invertir y ahora se mantiene a la cola de la región.

Y eso de ir en la retaguardia tiene sus costos inmediatos, como el hecho de que el consorcio Amazon ha establecido una filial en Costa Rica que hace años de seguro habría sido en El Salvador. Y esos catorce mil empleos habrían beneficiado a un igual número de salvadoreños, como en su momento lo hizo Texas Instruments y las ahora desaparecidas empresas de tecnología que cayeron víctimas de la guerra de los 80.