Guatemala, con la primavera a medias

La exigencia ciudadana debe ser una constante, pues no se cambian las cosas de la noche a la mañana. Es necesario que ciudadanos probos participen en los partidos para dar nuevos bríos a la política nacional.

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Por Elizabeth Castro

19 August 2017

"¡Renuncia ya! ¡Guatemala es tu patrón y te despide, Otto Pérez Molina!”, gritaban las masas enardecidas frente al Palacio Nacional de la Cultura. Era jueves 27 de agosto de 2015, cuando los guatemaltecos protagonizaron un histórico paro nacional al que se unieron organizaciones civiles, universidades, empresarios y gremiales, para exigir la renuncia del presidente.

Meses antes, más de 10 mil personas se manifestaron para pedir la renuncia de la vicepresidenta, Roxana Baldetti, y el cese de la corrupción. El 8 de mayo, ella presentó su renuncia tras ser acusada de dirigir la estructura de “La Línea”, una red de defraudación aduanera; y por un fraude de casi $18.7 millones por la compra de “Agua mágica”, una misteriosa sustancia que purificaría el lago de Amatitlán.

Dos semanas después de la renuncia de Baldetti, la cúpula del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social fue capturada bajo señalamientos de corrupción por la adjudicación anómala de un contrato de más de $15 millones.

Finalmente, la noche del 2 de septiembre de 2015, en medio de masivas protestas, renuncias de sus funcionarios más cercanos y de la fuerte revelación de que él participaba en “La Línea”, Pérez Molina dejó la presidencia del país y se entregó a la justicia.

Algunos afirman que todo esto fue impulsado por “una poderosa embajada” y por la comunidad internacional. Lo cierto es que nuestros vecinos nos dieron un ejemplo de civismo al unirse para decir basta a un gobierno marcado por la corrupción y el despilfarro.

Posteriormente, se celebraron las elecciones generales, como estaba previsto. El ganador de la presidencia de la República fue Jimmy Morales, un “outsider” de la política. Bajo el lema “Ni corrupto, ni ladrón”, logró convencer de que era el “menos peor” y derrotó en su primera vez como candidato presidencial —algo poco común en la historia democrática de Guatemala— a Manuel Baldizón y Sandra Torres.

A casi dos años de la dimisión de Pérez parece que aquellos aires primaverales de cultura ciudadana se desvanecen, amenazados por la decepción, el desengaño y la desilusión. “Quien votó por Jimmy porque pensó que iba a hacer algo, es un imbécil”, me decía un amigo.

Varios miembros de organizaciones civiles y políticas coincidieron con mi percepción, pero insisten en que los cambios son un proceso, muchas veces largo y sacrificado, del cual la ciudadanía no debe alejarse. Ha habido cosas buenas, como el fortalecimiento del Ministerio Público y la lucha contra el crimen organizado y la corrupción, encabezada por la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG).

Ahora el reto es mantener viva esa llama en la ciudadanía y motivar a personas honestas a involucrarse en política partidaria, para transformar “desde dentro” las instituciones del país y sacar a los mismos de siempre.

Las cosas, sin embargo, no son tan simples. El sistema de partidos políticos no da confianza, ni es atractivo, “porque se juega con las condiciones de los caudillos o de la gente que lleva tiempo allí”, asegura Pedro Cruz, fundador de Jóvenes por Guatemala, un importante movimiento ciudadano. Esto es, entre otras cosas, pagar exorbitantes cantidades de dinero para obtener una candidatura.

“No queremos vieja política, pero ésta se presentará en las próximas elecciones como la única que sabe hacer las cosas (aprovechando la inexperiencia de Jimmy Morales). Y no hay condiciones para nuevas expresiones”, afirma Ben Kei Chin, periodista de Guatevisión.

¡Guatemaltecos, no se rindan ni dejen que su primavera se quede a medias!

¿Y qué lecciones podemos aprender los salvadoreños? 1. En Guatemala confiaron en sus instituciones, que respetaron el orden constitucional y democrático. 2. La presión popular es capaz de quitar gobiernos, atemoriza a los políticos acomodados y los obliga a actuar. 3. La exigencia ciudadana debe ser una constante, pues no se cambian las cosas de la noche a la mañana. 4. Es necesario que ciudadanos probos participen en los partidos para dar nuevos bríos a la política nacional.

En nuestro caso, creo que está pasando el gélido invierno gracias a esos retoños que brotan de la unidad y acuerdos en la sociedad civil. El deshielo puede ocurrir camino a las próximas elecciones. Con esperanza y optimismo, ansío el florecimiento primaveral de una renovada cultura democrática en El Salvador.

*Periodista. jgarciaoriani@gmail.com