Manías tontas y, además, caras

Miles de horas se pierden esperando, porque la gente ni saben manejar su tiempo, ni respeta el de otras personas.

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Por Elizabeth Castro

19 August 2017

La manía de acelerar en vacío… Estuve en una calle de Santa Tecla siete minutos justo a la par del tubo de escape de un bus, pues por alguna razón el tráfico se paró… En este tiempo, el señor motorista aceleró en vacío 27 veces y cuando el tráfico arrancó y antes de poner la primera marcha, dio un tremendo “acelerón” que inundó el entorno con humo negro… Por lo menos medio litro de diésel gastó este buen señor convirtiéndolo en ruido y polución…

¿Y usted, también acelera en vacío, deja el motor en marcha mientras habla 10 minutos por teléfono o es de los que siguen creyendo que hay que tener cinco minutos el motor en marcha para que caliente?… Los motores modernos, ni requieren un rodaje de “desarrollo”, ni calentarse antes de salir.

La manía de la pasta de dientes… Los fabricantes recomiendan poner pasta a lo largo de todas las cerdas del cepillo; yo he comprobado que con una tercera parte es suficiente… Si lo sigue haciendo como enseña la publicidad, que le interesa vender, usted pierde más de la mitad de cada tubo.

La manía del jabón… Es creer que entre más jabón, más limpios quedan los trastos… Y como aquí lo venden en tarros de plástico, la mayor parte de la gente deja la esponja mojada sobre el jabón que al escurrir agua ablanda la primera capa… Cuando pasan la esponja la siguiente vez sobre la mezcla de agua y jabón, arrastra por lo menos cinco veces más del necesario… Una pequeña parte sirve para despegar la suciedad del trasto, la otra más grande se va intacta al desagüe a polucionar los ríos y el mar… El fabricante feliz, porque un tarro que debiera durar un mes, dura dos semanas.

La manía del champú… El pelo absorbe lo que necesita, lo demás se pierde, y no es cierto que con más champú más limpio le quedará el pelo… ¡Con diez gotas es suficiente!

La manía de la espuma de afeitar. Con una pequeña capa para que deslice la cuchilla es suficiente, una décima parte de lo que sale del bote al apretarlo… A mí, con tres gotas de gel y una brocha de afeitar, el bote me dura seis meses.

La manía de llegar tarde… Miles de horas se pierden esperando, porque la gente ni sabe manejar su tiempo, ni respeta el de otras personas. Fíjese… Si seis personas esperan a su jefe quince minutos, en total se perdió una hora y media.

La manía de hacer cola… El desperdicio viene de la ineficiencia de los procesos. En los bancos y otros lugares, en lugar de mejorar los procesos han puesto sillas para que los clientes esperen sentados hasta que la voz robótica les indique la ventanilla… Y la gente disfruta avanzando en las sillas y perdiendo el tiempo… Ni qué decir del desperdicio manteniendo el aire a 20 grados en lugar de a 24.

Pues sí… Estas y otras manías suman muchos millones que desperdiciamos, pensando en que “así debe ser”.

Si se quiere ahorrar, y “parte de la riqueza viene por el ahorro”, hay que cambiar estas “manías tontas y caras” por hábitos lógicos y sencillos como en los países ricos, donde no desperdician nada.

* Columnista de El Diario de Hoy.

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