¡Hasta siempre, Leo Heredia!

Esta semana despedimos a Leonardo Heredia, leyenda de la radiodifusión salvadoreña y comunicador de gran corazón. En su memoria reproducimos fragmentos de un par de artículos que escribimos sobre él. Descansa ya, amigo, en la paz del Señor...

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Por Elizabeth Castro

18 August 2017

Nunca olvido uno de mis programas favoritos de la televisión de principios de los años 70: La Ruleta del Saber, que se transmitía las noches de martes en canal 4. Lo conducía un señor joven, elegante y estirado, de saco y corbata al estilo de los maestros de antes, de cabello rizado, enclenque, con lentes de grandes aros, con una voz que, aunque grave y elegante, no dejaba de ser juvenil y que rezumaba espontaneidad y seguridad.

Era el tiempo en que los locutores tenían que poseer no solo una buena voz y dicción, sino también cultura general y, sobre todo, mucho tacto y respeto ceremonioso por las audiencias, algo que les falta a algunos ahora; era el tiempo en que la locución y el doblaje de películas era cosa de genios.

De vez en cuando tuve el privilegio de departir con el tipo del saco y la corbata con la apariencia de profesor, que en realidad es una estrella de la palabra salvadoreña: Leonardo Heredia.

Tenía guardados en su acervo todos los hechos más notables de la radio y la televisión de El Salvador y Centroamérica, los cuales no dudaba en compartir en una buena tertulia, que se convertía en una verdadera cátedra que disfrutábamos con avidez de escolares.

Acompañados por otra figura del deporte local, el futbolista y periodista Memito Cañadas, pasábamos horas enteras hablando de la historia de El Salvador, la época de oro de la locución nacional y el mundo de la radio y la televisión.

Para que lo sepan, jovencitos, Leonardo fue fundador de la legendaria Radio Femenina en febrero de 1966, la época del go-go, la Nueva Ola, las minifaldas y las melenas al estilo de Los Beatles.

Hablábamos de las historias ocultas y la andanzas y malandanzas de las estrellas de la época, los golpes de Estado del 72 y del 79 y las dobles vidas de los personajes de la época y muchas anécdotas personales.

Nuestras pláticas bogaban sobre los tiempos en que para ser DJ —como les dicen hoy— no bastaba con hacer mezclas y efectos con los vinilos y las consolas como ahora, sino verdaderas locuras creativas, hilarantes y lapidarias.

Pero Leo iba más allá: eran tales su elocuencia y naturalidad como declamador que se ponía al nivel de poetas o figuras de la radiodifusión latinoamericana.

Nada perturbaba la paz de Leo. Aunque dijera malas palabras, no perdía la elegancia ni la compostura de caballero inglés a lo Sir David Niven o Sir Alec Guinness. Lo cortés no quita lo valiente, ni lo culto, agregaría yo. Todos los de esa época directamente o indirectamente hemos aprendido de él. Confieso que escuchándolo alguna vez me llegó la pasión por la poesía, la declamación y la radio.

Aprendimos todavía más de sus vivencias, de sus anécdotas y de su ecuanimidad. Siempre en mi memoria resonará la frase “¡Es que es lindo El Salvador!” en la voz de Leo.

En esta ruleta del saber y la vida y hasta en las malas palabras, Leo Heredia seguirá siendo nuestro maestro bien bañado y trajeado que nos culturizaba por la televisión, que nos invitaba a la buena lectura y la poesía, nuestro modelo para la declamación, el que nos inspiraba a personificar a la ecuanimidad misma y hasta contribuyó a afianzar nuestra vocación de comunicadores; con tanto en la matata de la vida y la experiencia, usted nos dio siempre una lección de humildad proverbial y nos prodigó amistad a raudales. Gracias por compartir su acervo y sus sueños a nosotros, los que fuimos sus alumnos al otro lado de la pantalla.

Y, como usted bien dice, por ahora… se acabuche pata’e cuche… calabaza, calabaza, cada quien para su casa, y me monto en un potro para algún día contarles otro… La próxima tertulia será con los angelitos... ¡Hasta entonces, amigo!

*Editor Subjefe de El Diario de Hoy.