ARENA lo odia, afirma de manera contundente Salvador Samayoa, en su brillante artículo sobre la actitud del FMLN sobre el caso de corrupción en el que está envuelto el predecesor en el cargo de actual presidente. Y dice que tal animadversión se extiende aún más en aquellos que votaron creyendo genuinamente en él.
Me puse a pensar. Aunque no pertenezco al partido ARENA orgánicamente, ni voté por ese señor, debería tener suficientes motivos para odiarlo. Voy a citar solo algunos. Me atacó sin razón alguna cuando aún ni siquiera se le mencionaba como presidente de la República. Recuerdo uno de sus escritos en donde dijo cosas duras en contra mía.
Luego me atacó de manera dura siendo candidato. Entrevistado por su ahora socio, sobre una afirmación mía dijo en su clásico tono altanero que no tenía que responder a un pseudo periodista. Luego gastó más de 15 minutos respondiéndome.
Posteriormente, siempre siendo presidente, me acusó de un sinfín de cosas, desde su programa sabatino. Confieso que durante los cinco años que ejerció el cargo nunca escuché ninguna de sus intervenciones, ni nunca lo vi por televisión. En mi empresa me pasaban un reporte diario sobre sus diatribas. Debo decir que algunas de sus acusaciones contra mi persona pusieron incluso en peligro mi vida. Podría incluso demandarlo por eso. No lo haré.
Debería de odiarlo por todo lo que le hizo a dos grandes amigos míos: Francisco Flores y Guillermo Sol Bang, don Billy. Sobre su conciencia quedará la muerte de un inocente. No hubo estoy seguro, ni habrá nada que pruebe que Francisco Flores se robó un centavo de lo de Taiwán. Pero él usando todo el poder del Estado y a indignos escopeteros mercenarios logró establecer una percepción sobre la probidad del expresidente.
Es obvio que la ayuda a los damnificados del terremoto no iba a ser mediante un cheque firmado por el presidente de Taiwán directo al presidente de El Salvador, sin ningún documento. Para esas ayudas se requiere un protocolo que incluye a las respectivas cancillerías y una serie de documentos, así como un seguimiento estricto por el donante.
El cheque era para para la campaña de Tony Saca, tal como ya lo aceptó tardíamente ARENA. Flores lo entregó integró a su destinatario. En cuanto a don Billy, el caso fue un burdo montaje con argumentos absurdos. Los escopeteros sinvergüenzas y sin pudor, convertidos en expertos en geotermia de la noche a la mañana, repitieron como loros los alegatos que los abogados del gobierno expusieron en las cortes internacionales en donde fueron derrotados de manera contundente.
El expresidente y sus escopeteros fueron especialmente venenosos contra don Billy, uno de los hombres más rectos, probos y correctos que haya conocido en mi vida. Pero más debería de odiarlo porque mientras acusaba a otros de cualquier cosa, él convirtió CEL en su feudo a través de sus compinches, usó dinero de la gente humilde y de todos para comprar zapatos de mil dólares, muchos pares.
Gastó dinerito de la gente, y de todos, en reconstruirle las nalgas y los pechos a sus mujeres. Tomaba licor de 8 mil dólares la botella, con el dinero de los impuestos de la gente. Hipócrita, mentiroso, emocionalmente enfermo. Mientras fue presidente rugió como un león. Y cuando olió el peligro, huyó como ratón.
Pero no. No lo odio para nada. Me infunde sincera lástima y piedad su pobre y lamentable condición humana. Seguro no podrá dormir sin algo que le altere el cerebro, lo que sea. Seguro pasa leyendo, sobresaltado, cuanta cosa se dice de él en donde sea y por quien sea. Su inteligencia emocional es tan corta, que se pelea con todo y con todos: diputados, adolescentes, compañías de teléfono, anuncios, personalidades nicaragüenses, la fiscalía, todos.
No, no lo odio, aunque de su dedos y boca salgan los peores insultos y calumnias. No sé si al final pagará ante la justicia salvadoreña. Pero de todos modos ya está condenado moralmente por la opinión pública, sobre todo, por aquellos que creyeron en él. Por muchos lujos que tenga: habanos, damiselas, licores finos, mansiones, autos de lujo, tiene el alma podrida y nada de paz. A alguien en esas condiciones no se le odia por difícil que sea.
* Columnista de El Diario de Hoy
Yo no lo odio
Por muchos lujos que tenga: habanos, damiselas, licores finos, mansiones, autos de lujo, tiene el alma podrida y nada de paz. A alguien en esas condiciones no se le odia por difícil que sea.
16 September 2016