Como ya se acabó el dinero, el Ministro de Hacienda está haciendo malabares para terminar el año y honrar sus obligaciones de pago, que culpablemente no incluyó en el Presupuesto 2016, por más que infló los ingresos.
Primera opción: Apropiarse de los fondos de pensiones mediante una reforma que llevaría a las arcas estatales los ahorros de los trabajadores, volviendo al sistema de reparto, justificándolo con absurdas presentaciones, que solo el Ministro creía. Ante el rechazo de los ahorrantes, ha tenido que recurrir a otro método.
Segunda opción: Autorización amañada de $900 millones, que la Sala de lo Constitucional frenó, generando ataques del FMLN a los magistrados, con calumnias, fácilmente desmentidas. Si inspiran lástima las raquíticas protestas de humildes campesinos ignorantes, portando carteles acusando de corrupción a los magistrados, ha sido vergonzosa la presencia de diputadas rojas, supuestamente abogadas, manifestándose frente al Palacio Nacional rodeadas de mujeres, gritando falsas consignas contra los magistrados y responsabilizándolos de la falta de fondos para los programas sociales. Pero no han dicho qué se hicieron los $664 millones, destinados a dichos programas, gracias al ahorro en combustible al ingresar el país a Petrocaribe, tras la toma de posesión del Profesor.
Tercera opción: En situación desesperada, pedir a la Asamblea autorizar un préstamo más por $1,200, si logran los votos de ARENA, que exige un pacto fiscal, de obligatorio cumplimiento. Pero ante la duda, ya encontraron la solución, el camino seguro para conseguir los fondos, que como han dicho, con dolorida expresión el Presidente y los ministros Tharsis y Cáceres, exige al pueblo apretarse el cincho y hacer un sacrificio.
Porque el chivo expiatorio ideal, porque no puede defenderse ni enfrentarse al poderoso gobierno, han sido los pobres, los beneficiarios de los programas sociales, los que votaron por el gobierno del cambio, que los sacaría de la pobreza para llevarlos a compartir el Buen Vivir, que promocionan los shows sabatinos presidenciales.
Se deja de pagar a los ingenuos que creyeron beneficiarse con la hechura de uniformes y zapatos, que con los contratos del gobierno se convertirían en pequeños empresarios, y para cumplir con la fecha de entrega y no incurrir en multas, tuvieron que endeudarse o hipotecar sus casas para comprar equipo y contratar más personal. Amargo despertar porque a esta fecha aún no les han pagado.
Luego focalizar el subsidio al gas, extendido por Funes a las grandes mayorías que ha costado miles de dólares al cambiar varias veces el mal diseñado sistema. Las empresas gaseras han amenazado con cortar el suministro, porque no se les ha pagado la suma subsidiada.
Enormes aumentos a las tarifas de Anda, sin mejorar el servicio ni presentar el titular Fortín, el estudio técnico que las justificara, ni en qué gastó el jugoso incremento en sus ingresos. También negar el aumento a los maestros, recortar el presupuesto de Educación ni depositar los recursos que las escuelas requieren para iniciar el año y quitarle $4 millones a las becas Fantel. Tampoco los trabajadores de Salud recibirán el escalafón prometido y los médicos seguirán protestando por el pésimo manejo de los hospitales. ¡Qué importa!
¿Habrá de dónde sacar más? Porque los diputados deben cambiar sus lujosos vehículos, mantener sus comilonas y viajes turísticos y remodelar la nueva oficina de doña Lorena, aunque generosamente han disminuido en $1.5 millones su enorme presupuesto, y como Capres necesita varios miles de euros para su partida secreta, Hacienda seguirá intentando convencer a los más pobres, de seguir aguantando y sacrificándose, para que los funcionarios del gobierno más transparente sigan dándose la gran vida.
*Columnista de El Diario de Hoy.