Patriotismo espontáneo

En ese día clarísimo de diciembre, la topografía salvadoreña se lucía con sus verdes y azules, como sabiéndose admirada desde el aire. Don Alfonso, en el asiento de en medio, se soltó en una espontánea recitada de la Oración a la Bandera.

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18 September 2016

Era una visita rápida hace menos de un año, destinada al interminable vía crucis del papeleo migratorio y aprovechando de colar una apretada visita a la familia. El vuelo venía llenísimo, directo desde Washington DC hasta San Salvador. La zona entre DC, Maryland y Virginia es, después de todo, donde se encuentra la más alta concentración de salvadoreños en Estados Unidos. Entré tarde al avión: mis compañeros de asiento ya estaban sentados y tocó imponer las molestias de rigor para llegar hasta el asiento de la ventana. Antes de que despegara el avión, a don Alfonso y su esposa, doña Rutilia, ya les había preguntado yo su vida y milagros.

Tenían varias décadas de haberse asentado en Virginia. De sus hijos, solo dos quedaron “allá” (en El Salvador). Sus nietos hablan poco español “pero bien cabal lo entienden”. Don Alfonso era la primera vez que regresaba a El Salvador, ya en su calidad de residente permanente de Estados Unidos, “pero siempre salvadoreño”, aclaró. Antes de aterrizar en Comalapa, veníamos todos pendientes de la ventana porque en ese día clarísimo de diciembre, la topografía salvadoreña se lucía con sus verdes y azules, como sabiéndose admirada desde el aire.  Don Alfonso, en el asiento de en medio, se soltó en una espontánea recitada de la Oración a la Bandera, comenzando desde la línea de los soberbios volcanes. 

No me acuerdo si la recitó entera. No sé si se acordó de todas las estrofas en orden. Pero la recitó feliz, emocionado de volver a su tierra, sin quitar los ojos de la ventana, a esa tierra que tantas veces lo ha reducido a una estadística y a un cálculo de remesa. A esa de la que se sigue yendo tanta gente, escapando de una infinidad de cosas. Dijo don Alfonso, ahora viendo las playas desde arriba: “si es que aquí es bien bonito, lo malo es que todos roban”. Todos, dijo. Se refería a gobernantes y a delincuentes, a los de cuello blanco y de todos los demás colores. “Aquí, al que roba, ¡cosa seria!” (Con aquí, se refería a USA. Y con “cosa seria”, al caso del exgobernador de Virginia, que nos pusimos a comentar, puesto que estaba ganando atención en los periódicos por sospechas de haber incurrido en delitos de corrupción y a quien le esperaban multas y posiblemente, cargos penales).

Pensé otra vez en el episodio de patriotismo espontáneo aéreo la semana pasada, recibiendo las cordialidades de “Feliz Independencia” por parte de colegas estadounidenses y añorando el día de vacación que habría estado disfrutando en El Salvador. Dos días antes, el Presidente Sánchez Cerén había sostenido una llamada protocolaria con el vicepresidente de USA, Joe Biden, y según el escueto comunicado de prensa, discutieron cómo “ahondar la cooperación bilateral y regional para reducir la migración irregular de Centro América a USA”. Según la llamada, se tocó el tema de “ahondar la inversión en temas de seguridad, prosperidad, y establecimiento del estado de derecho”. Estado de derecho, ese que implica que al que robe, despilfarre, o haga mal uso de los fondos que podríamos usar para que la gente pueda salir a la calle sin miedo de perder la vida a manos de la delincuencia, tendrá que rendir cuentas a la justicia con independencia de su poder económico, político o social. Estado de derecho, ese que el Presidente Sánchez Cerén enloda cada vez que cuestiona a la Sala de lo Constitucional y se abstiene de condenar a su partido y a la solidaridad ridícula que le rinden al expresidente Mauricio Funes.
 
Pero esas especificidades tan incómodas, seguramente no mencionaron durante la llamada. Y mientras tanto, no será el último don Alfonso en recitar emocionado la Oración a la Bandera, con el sentimiento y la nostalgia de a quien le han quitado algo.
 

*Lic. en derecho de ESEN
con maestría en Políticas Públicas
de Georgetown University.
Columnista de El Diario de Hoy.
@crislopezg