Defendamos nuestra democracia

Necesitamos despertar y ponemos a trabajar. El conteo ya inició: 6 meses para la justa municipal y legislativa, 18 para la presidencial.

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Por Mirna Navarrete

07 August 2017

Lugar: Salvador del Mundo. Fecha: 1 de junio de 2024. Ocasión: 15 años del triunfo de la revolución popular cuscatleca. Invitados: empleados públicos y dignatarios de la CELAC. En primera fila, por supuesto, el comandante Nicolás Maduro, el faro que nos ilumina. “¡El pueblo unido jamás será vencido!”, canta desafiante una turba roja, más numerosa que cuando celebramos la beatificación de Romero en el mismo lugar (2015).

“Revolución popular, tumblimbli”, se queja la lorita Pepita. “Abuso de poder igualito que en Venezuela”, asegura.

Al igual que Chávez y Maduro, el FMLN gastó y gastó, al país en deuda sumergió, la economía ahorcó, el chanchullo permitió, de corrupción se contagió y la democracia eliminó...

La ocasión era tan solemne, pues marcaba la primera vez en la historia de El Salvador que se daba un relevo presidencial sin elecciones. El joven (bueno, ya no tan joven) Nayib (2019-2024), quien resultó ser un cohete soplado, le traslada la guayaba al comandante Medardo, quien luce una réplica del uniforme militar del busero dictador.

“¡Terminaremos de eliminar el virus maldito del capitalismo!”, grita ensatanado el nuevo presidente de El Salvador.

La vimos venir y no hicimos nada.

Durante las vacaciones de agosto de 2017, el profesor, contrario a la denuncia mundial, fue el primero en felicitar a sus panas venezolanos, por darle el tiro de gracia a la democracia llanera. Esto, para afianzar la luz verde que ilumine el mismo camino en El Salvador.

El mismo camino de opulencia dictatorial, para la cúpula y los chafas, y miseria popular.

La vimos venir y no hicimos nada.

Al igual que en Venezuela, la oposición siguió fragmentada, sin propuestas concretas, más que sacar al FMLN del poder. No se puso las pilas y perdió la mayoría calificada en la Asamblea y un montón de alcaldías, en el 2018, así como la mera guayaba, en 2019.

Como resultado de nuestra pasividad, sufrimos escasez de comida y medicina –ni acetaminofén se consigue–. Los Selectos ahora son centros de distribución de nuestra ración semanal de arroz, frijoles y azúcar. El “virus maldito” nos abandonó, disparando aún más el desempleo y la miseria. Masas de salvadoreños arriesgan el pellejo rumbo a la tierra del virus maldito –no hay muro que nos detenga–. Pechitos, pechitos nos pusimos, añorando aquellos tiempos de pizza y donas al 2 x 1.

Pechitos, pero matones, exigiendo en las calles nuestra libertad, pese a ríos de sangre, producto de los garrotes y las balas de una Fuerza Armada que, aunque usted lo no crea, hace 40 años, luchaba contra la misma dictadura que ahora le da de comer. Muertos, cachimbeados, encarcelados, desaparecidos, “gaslacrimogenados”, en defensa de la revolución. ¡Igualito que en Venezuela!

Si los gringos hubieran hecho algo al verla venir…pero no.

Trump también salió cote soplado. Los demócratas se reengancharon en 2020 y seguro se repetirá el próximo noviembre, según el voto de confianza que le dan los polls al candidato homosexual. Con congelar los millones del dictador, Trump no hizo ni cosquillas. De haber tenido pólvora, hubiera escuchado la desesperación del pueblo venezolano y a los marines por Maduro enviado.

Algo así como cuando Bush padre (1989) mandó por Cara de Piña a Panamá (Que del Diablo Goce), por andar queriendo perpetuarse en el poder, matar opositores y rucu rucu con el cartel de Medellín; mismitos pecados del invitado de honor a la fiesta rosa del frente en el poder.

¡¡¡RRRRINNNNGGGG!!!!

Para la pesadilla aquí descrita poder evitar, necesitamos despertar y ponemos a trabajar. El conteo ya inició: 6 meses para la justa municipal y legislativa, 18 para la presidencial. Mañana y pasado, pues.

La Patria nos necesita unidos, no fragmentados; despojados de argollas, intereses creados y agendas ocultas. Nos exige renovación, honestidad, capacidad, inspiración, propuestas concretas y realistas, respeto por el azul y el blanco. Lo que no tiene el frente, pues.

¡Despertemos!

Si queremos seguir viviendo en libertad, no podemos permitir que el FMLN le dé el tiro de gracia a nuestra democracia.

“Dios guarde”, cacaraquea aquella que les conté.

*Columnista de El Diario de Hoy.

calinalfaro@gmail.com