No se les ocurre que los pagos se hagan en bancos

El precedente es gravísimo, pues una disposición administrativa que no respalda ningún estudio ni ha sido aprobada por la Legislatura se extiende a sectores poblacionales de importancia, lo que luego pueden otros funcionarios hacer en sus respectivas áreas.

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Por Mirna Navarrete

06 August 2017

La ocurrencia del Viceministerio de Transporte para exprimir aún más los bolsillos de los salvadoreños cobrando por un “examen sicológico” está afectando a miles de aspirantes, que tienen que pasar horas en línea y de pie, sólo para pagar el derecho a esa prueba y esperar turno hasta 38 días para hacerla.

Y es que o les cuesta contar o se les pegan en las manos los billetes, pero no se les ha ocurrido que los pagos se pueden hacer en cualquier banco si abren una cuenta para tal efecto. Pero la avidez por el dinero es tal que incluso les nubla la vista a lo que son prácticas comerciales normales en este país.

Nadie puede garantizar que ese examen no se exija luego a los que ya tienen licencia, dado lo impredecibles que son las decisiones de estas dependencias.

Pero además el precedente es gravísimo, pues una disposición administrativa que no respalda ningún estudio ni ha sido aprobada por la Legislatura se extiende a sectores poblacionales de importancia, lo que luego pueden otros funcionarios hacer en sus respectivas áreas.

La obligación a aspirantes a conductores a someterse a un examen sicológico no se aplica, que sepamos, en ningún país desarrollado, aunque sea una exigencia en Nicaragua o alguna nación africana. Y no existe por una razón: ningún examen sicológico puede determinar la peligrosidad o la idoneidad de alguien para conducir vehículos.

Es más: al alemán que estrelló el avión que piloteaba, un aparato de German Wings, les hicieron antes de ese horrible hecho varias pruebas sicológicas y psiquiátricas sin que se llegara a un nivel de alarma que cancelara su licencia.

Y no habrá ningún sicólogo profesional que puede asegurar que pruebas sicológicas escritas son suficientes para establecer si alguien es o no amenaza para sus prójimos al conducir un vehículo.

Mejores exámenes prácticos de conducción pueden ayudar a reducir “accidentes” de tránsito, comenzando por el hecho de que “accidentes” como tales no los hay, sino que son torpezas de otros las que causan colisiones con resultado de muertos y heridos, a lo que deben sumarse los efectos del alcohol.

¿Hasta cuándo seguirán

abusando de la paciencia de la gente?

El Viceministerio tiene un historial de malas decisiones, destrucción de calles y terquedad que lo colocan en una clase especial, lo que culmina y lo exhibe al haber desviado el tráfico de rutas de buses al bulevar Tutunichapa, causando la gran cárcava, que tomó un largo rato rellenar.

Suya fue la idea del negocito del Sitramss, que dividió en dos la capital, generó espantosos atascos, ha arruinado las superficies de rodaje de muchas calles y nadie sabe los perjuicios causados a las infraestructuras viales como drenajes y la red de cloacas.

Lo lamentable es que los tanques de pensamiento del sector de trabajo del país no hayan hecho estimados de las pérdidas económicas, de los niveles de contaminación y de los efectos que esos innecesarios embotellamientos han tenido sobre el carácter de los pobladores y la armonía de sus familias. Y a eso hay que agregar el deterioro de motores, llantas, suspensiones y gasto de combustible consecuencia de las erráticas decisiones.

Como exclamó Cicerón en un famoso e histórico discurso, quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?

¿Hasta cuándo van a seguir abusando de la paciencia de los salvadoreños?