Los líderes comen de último

Los líderes sacrifican su comodidad y dan hasta su vida por el bien de quienes están bajo su cuidado. El líder, pues, es aquel que sirve, aquel que fomenta la confianza y la cooperación.

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Por Mirna Navarrete

05 August 2017

Las vacaciones están a punto de acabar. La dura realidad se acerca y a los profesionales nos esperan de nuevo las jornadas laborales.

Quizás alguno regrese poco motivado por el ambiente de su oficina o por sus relaciones con el jefe. Otros volverán a sus trabajos con ánimos y pilas recargadas para dar lo mejor de sí, sacar adelante la empresa, sin importar el cansancio propio de estos menesteres.

¿Qué hace la diferencia entre ambas actitudes? El carácter, por supuesto, tiene que ver, pero nos quedaríamos cortos si dejamos todo en la “personalidad” de cada uno. Otros factores, como el rol y actitud del líder, condicionan el ambiente laboral y enriquecen o minan el sentido de pertenencia en una empresa y, por tanto, influyen en las disposiciones del colaborador.

Aprovechando los días de descanso, leí el libro “Leaders Eat Last: Why Some Teams Pull Together and Others Don’t”, de Simon Sinek.

El autor invita a imaginarnos un mundo donde la mayoría se despierta inspirado para trabajar, se sienten queridos y en confianza en la oficina, regresando a casa satisfechos por lo que han hecho. No se trata de una idea descabellada. Hoy en día, en muchas organizaciones se busca esto, con líderes que creen ambientes para que las personas trabajen juntas y logren resultados notables.

Por su trabajo de coaching y consultoría, Sinek conoce numerosas empresas en todo el mundo. Se dio cuenta de que hay algunos equipos que tienen tanta confianza entre sus miembros que están dispuestos a sacrificarse por los demás; otros, por el contrario, independientemente de los incentivos que puedan tener, están condenados a las luchas internas, a la fragmentación y al fracaso.

La respuesta a qué hace la diferencia entre un equipo unido y uno dividido la encontró en una conversación con un general de la Marina estadounidense. Cuando Sinek preguntó a un general qué hacía tan grandioso a ese cuerpo militar, le dijo: “Los oficiales comen de último”. Esto, tan simbólico, toma otro matiz en el campo de batalla: los líderes sacrifican su comodidad y dan hasta su vida por el bien de quienes están bajo su cuidado.

El líder, pues, es aquel que sirve, aquel que fomenta la confianza y la cooperación, aquel que crea lo que Sinek llama un “círculo de seguridad” en el que el equipo se siente protegido, a pesar de los desafíos y peligros.

En el mundo empresarial, sostiene el autor, las cosas pueden ser muy diferentes. Los falsos líderes buscan ser los primeros, cuidando antes de sus espaldas, sin pensar en aquellos que de ellos dependen. En el peor de los casos, los pseudolíderes crecen a costa de los demás y su “grandeza” la logran hundiendo las proyecciones profesionales de otros y matando o apropiándose de sus iniciativas.

Los malos líderes, incentivados por la búsqueda de resultados a corto plazo, únicamente sirven para “sacar el látigo” y echar a quienes no den frutos, sin antes intentar corregir u orientar.

Por culpa del cortoplacismo y del capataz se instaura una “cultura del descarte” en la que el colaborador se siente como una pieza de repuesto, fácilmente sustituible y sin ningún valor para la organización.

Así, se crean lugares de trabajo “impulsados por el cinismo, la paranoia y el interés propio”, explica Sinek. ¿Cómo se puede lograr el compromiso entre los miembros de una empresa si saben que de la noche a la mañana serán prescindibles?

Las cosas se agravan, me parece, con los “millennials”. Sobre sus características ya escribí en dos columnas tituladas “Millennials: ¿cómo tratar (y sacar adelante) a esta generación?”.

El estudio “Mente Millennial”, de El Diario de Hoy, evidenciaba que 7 de cada 10 prefieren trabajar en algo que les guste, aunque ganen menos dinero.

Los ambientes laborales cortoplacistas, con líderes que olvidan su misión de construir un “círculo de seguridad”, no les ayudan a ganar en confianza, autoestima y sentido de verdadera colaboración. Tampoco ayudan a superar el deseo de recompensa inmediata y hacen olvidar la alegría y satisfacción que da trabajar duro por algo durante mucho tiempo. Probablemente por eso duran poco en los trabajos.

A quienes tengan cargos de liderazgo o desean formarse para ser líderes, recomiendo leer este libro de fácil lectura.

*Periodista.

jgarciaoriani@gmail.com