El doctor Wolf Singer, neurocientífico alemán y profesor emérito del Instituto Max Planck, definió a las neurociencias como aquellas disciplinas que se integran para estudiar el sistema nervioso, especialmente el cerebro; siendo estas la neuroanatomía, neurofisiología, neurofarmacología, neuropsicología y las ciencias del comportamiento aplicado como la biología y la genética moleculares. Han sido precisamente las neurociencias como rama de la medicina las que se han encargado de estudiar el cerebro humano, sus enfermedades, los posibles tratamientos para los padecimientos que la aquejan y sobre todo las medidas preventivas que nos ayudarán a tener un mejor funcionamiento cerebral.
Esto llevó a que los científicos propusieran reforzar el estudio académico del cerebro para que todos tuviéramos conciencia amplia de las funciones cerebrales y de los beneficios que traería para la humanidad el estudio científico de este órgano. Fue así como antes de que terminara el siglo XX, los institutos nacionales de salud de los Estados Unidos denominaron a los 90 “Proyecto década del cerebro”, un término ambicioso que pretendía conocer más y mejor sobre las funciones que aún no comprendíamos del cerebro, con la esperanza de poder expandir estos hallazgos con la venida de lo que en aquel entonces parecía un distante siglo XXI.
Ya en este siglo XXI, Europa ha implementado su Human Brain Project (“Proyecto del Cerebro Humano”) y los Estados Unidos convocaron a un proyecto similar llamado sencillamente Brain (“Cerebro”), cada uno con un presupuesto estimado en más de un mil millones de dólares. Cifras de inversión en investigación médica que no ha quedado sin respuestas ni oposición, provocando la queja de sociedades humanitarias, políticas y culturales ante estos ambiciosos proyectos científicos.
Es con este acelerado desarrollo de la tecnología y con el crecimiento de las neurociencias que las discusiones sobre el uso de cantidades de dinero enormes y su potencial uso es que ha surgido una nueva rama de las neurociencias: la neuroética. Esta nace con la finalidad de promover una reflexión no solamente en la rama de las ciencias, sino también en el área del conocimiento general, sobre las implicaciones filosóficas, éticas y sociales de estos proyectos médicos y sus costos. Advirtiendo a los que están a favor de la inversión de millones de dólares en investigación, que debe haber un control moral en cuanto a los gastos y que los hallazgos se usen para beneficio de la humanidad. Recordándole a aquellos que aún se enfrentan al crecimiento de las ciencias, al oponerse a la inversión de grandes cantidades de recursos que: “solamente podemos curar las enfermedades que conocemos” y que la medicina puede curar mejor aquellas enfermedades que mejor conoce.
Enfocados en sus investigaciones, los neurocientíficos siguen poniendo especial atención en el estudio del misterioso órgano que es el cerebro humano y es así, como a través de los últimos años, han surgido múltiples estudios todos con la finalidad de comprender mejor al que sin duda es el más importante de nuestros órganos. Esto explica la gran difusión que han tenido enfermedades que antes eran poco conocidas y que ahora forman parte del conjunto de conocimientos médicos que compartimos. Recordando que todas estas investigaciones son con la finalidad de que mantengamos una sana relación con nuestros cerebros y que esta continúe durante mucho tiempo.
*Médico y colaborador
de El Diario de Hoy.