Los medios y la gente

Habrá que preguntarse qué hizo que las principales fuentes de noticias hayan ido perdiendo credibilidad, qué ha hecho que la gente común y corriente, los hasta hoy consumidores acríticos de todo lo publicado, hayan dejado de hacer caso –aparentemente– a los paladines de lo políticamente correcto.

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Por Mirna Navarrete

04 August 2017

Observar la relación entre ciertos medios de comunicación norteamericanos y Trump –un millonario sin historia política que derrotó a sus contendientes en las primarias republicanas, se impuso a una candidata demócrata que contaba con el favor del aparato “pensante” de su país, el establishment político y buena parte de la poderosísima maquinaria de información– es una buena manera para entender que el monopolio de la información por parte de los principales comunicadores ya no es tal.

En estos días, por ejemplo, es noticia la baja popularidad del presidente. Sin embargo, los críticos y los analistas serios se ríen de las encuestas que realiza, sostiene y promociona el “mainstream” informativo. Apelan a un argumento contundente: los medios, para fundamentar sus noticias, echan mano de las mismas casas encuestadoras que pronosticaron una aplastante victoria de Hillary en las elecciones, la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea y el triunfo del “sí” en Colombia en la consulta popular sobre los acuerdos de paz.

Ante esto, una combativa periodista ha escrito: “La prensa no se cansa. Le ciega la vergüenza, aún más que el odio, de haber decretado la muerte política de un candidato y que, por una vez, su fatídico ‘ukase’ haya sido desoído por la chusma, cuya obligación es inclinarse ante la sabiduría de nuestras élites y obedecer. Más aún: el atacado no ha reaccionado como se supone que debe hacerlo, como lo hacen siempre los políticos democráticos con la prensa, arrodillándose para balbucear disculpas, sino que ha recogido el guante y les ha declarado la guerra”.

Habrá que preguntarse qué hizo que las principales fuentes de noticias hayan ido perdiendo credibilidad, qué ha hecho que la gente común y corriente, los hasta hoy consumidores acríticos de todo lo publicado, hayan dejado de hacer caso –aparentemente– a los paladines de lo políticamente correcto.

La tesis más sencilla es que unos medios que estaban puestos para y sostenidos por la verdad, a fuerza de mirar con ojos sesgados por los intereses, la ideología o el provecho personal, han dejado de ser, por decir lo menos, objetivos.

Si pusiéramos todo en perspectiva de contienda, Trump, a fuerza de sagacidad y mejor sentido de la oportunidad, les ha doblado la mano a los medios de comunicación. Si no, ¿cómo se explica que la anunciada muerte política de un patán adinerado –a pesar de su tozudez y de su brillante inteligencia política–, proclamada por todos los bien pensantes y acogida clamorosamente por los medios, haya resultado en una victoria electoral?

Ahora la gente puede consultar miles de lugares, ver videos caseros valederos para contradecir o reafirmar las versiones oficiosas, preguntar a los protagonistas su versión sin intermediarios, recabar variadas perspectivas, y formarse una opinión a partir de todo lo que se dice, y se piensa, sobre prácticamente cualquier suceso.

Por este, y otros motivos que sería largo enumerar, se podría dar la razón a quienes piensan que los grandes medios de comunicación han muerto de éxito: mientras siguen pensando que el mundo es como ellos lo miran y sienten, la gente común y corriente vive en otro planeta, uno desconocido para la prensa, uno en el que hay verdades y bienes que no dependen del juicio de quienes tienen el privilegio de tener a disposición un micrófono o una cámara para relatar –y en algunos casos imponer– su perspectiva de las cosas.

A fin de cuentas, por la contumacia para desprestigiar y exagerar, parece que la prensa en el país del Norte, aún con el enorme poder e influencia que todavía posee, no sólo ha perdido respaldo popular, sino que incluso en ocasiones uno puede llevase la impresión de que tiene menos credibilidad que el presidente.

*Columnista de El Diario de Hoy.

@carlosmayorare