Encausar el espíritu luchador de los salvadoreños

Es importante encausar el espíritu luchador de los salvadoreños. Hasta ahora lo hemos utilizado para vencer nuestros desafíos individuales, pero necesitamos enfocarnos en vencer los retos colectivos.

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Por Elizabeth Castro

01 August 2017

La vida trae desafíos que, al principio, nos parecen abrumadores y hasta imposibles. Sin embargo, hay pocas cosas que conllevan una satisfacción similar a la que se experimenta cuando al finalizar exitosamente travesías complicadas y exigentes. Nuestro pasar por este mundo está lleno de retos, unos más duros que otros. En muchos casos, las personas no tienen la oportunidad de escogerlos, el destino les pone pruebas duras. Otros tienen la bendición de poder seleccionar caminos empinados y empedrados para probarse a sí mismos que los pueden cruzar. Independientemente de cuál sea la situación que nos lleve a enfrentar desafíos, la satisfacción después de superarlos con éxito es de las mejores sensaciones que se pueden experimentar.

La perseverancia que acompaña el deseo de salir victorioso hace que aprendamos a lidiar con lo que al principio nos parecía imposible de digerir. Nos acostumbramos y adaptamos a las adversidades, seguimos luchando hasta que el cuerpo y Dios lo permitan. Así somos los salvadoreños. Somos gente resiliente, que rápidamente se acopla y supera desafíos. La mayoría lo hace de forma honesta, unos pocos, los de carácter más débil, a costa de quien se deje. Estos últimos no disfrutan plenamente de lo logrado. Su conciencia o el destino les termina cobrando su mezquindad.

La cualidad luchadora de los salvadoreños, lastimosamente, es la misma que nos expone al riesgo de desensibilizarnos ante los infortunios y calamidades que presenciamos diariamente. Al adaptarnos tan rápido a los reveses y crisis que atraviesa nuestro país, nos acostumbramos a cosas inaceptables. Las desgracias no dejan en paz a El Salvador. Al contrario, parece que cada vez son más frecuentes y graves, cambiando así constantemente nuestra percepción de qué es normal.

Solo en los últimos días, por ejemplo, varios policías y hasta sus familiares, han sido asesinados por las pandillas. Ya nos acostumbramos a escuchar que mataron un policía por acá, un soldado por allá y poco falta para que no nos parezca raro oír que mataron a fulano porque era pariente de un policía. También no nos extraña ya que los dementes que decidieron convertir la vida de los policías (y, ahora, la de sus seres queridos) en moneda de canje para negociar con las pandillas, sigan tratando de vender las mentiras que inventaron para fabricar “la tregua”. No nos parece raro ni nos choca tampoco que el Ministro de Justicia y Seguridad Pública, encargado de velar por la seguridad de los salvadoreños, salga en la televisión y sienta la necesidad de abiertamente amenazar de muerte a un grupo criminal, al mejor estilo de uno de esos oficiales que las películas de Hollywood pintan como personajes cotidianos en los países africanos.

Otras cosas igualmente graves, ahora, después de haberlas escuchado tanto en el pasado, ya no nos parecen tan delicadas. Solo en los últimos días, por ejemplo, las pandillas asesinaron a un estudiante en San Martín y, además, impidieron el ingreso de buses al municipio. También un torso humano fue localizado en Apopa y un repartidor de periódicos fue asesinado a sangre fría. Muchos al leer estos titulares, no les causa alarma. Pasan la página a la próxima tragedia, a la más grave, a la que ahora ha empujado nuestra percepción de lo que es normal a otro nivel.

Es importante encausar el espíritu luchador de los salvadoreños. Hasta ahora lo hemos utilizado para vencer nuestros desafíos individuales, pero necesitamos enfocarnos en vencer los retos colectivos. Muchos han empezado a crear espacios para unirnos al de nación de pelear por el poder que han arrebatado los malos políticos a la ciudadanía. Es alentador ver cómo los diferentes grupos que han surgido aglomeran a personas de todas las edades y con una diversidad de antecedentes. Es urgente que luchemos juntos por nuestro futuro.

*Criminólogo.

@_carlos_ponce