El cuento del golpe

El cuento del golpe de estado ha demostrado en el pasado ser la fase uno en el manual del aspirante a dictador para afianzarse en el poder.

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05 August 2016

Nuestros gobernantes se enfrentan a una nueva realidad que hasta la fecha han sido incapaces de comprender, las redes sociales cambiaron el mundo, la información se difunde a una velocidad nunca antes vista y, como consecuencia, los ciudadanos ahora mejor informados, reclamamos cambios en los sistemas de gobierno, así de simple.

Las redes sociales también se convirtieron en el megáfono del gobernado, constituyen la plataforma perfecta para expresar opinión, una especie de tarima virtual con audiencia permanente. Ya nadie necesita recursos, ni ser importante para ser escuchado, basta tener un planteamiento sólido y la audiencia seguirá. Ahora estamos unidos no porque nos conocemos o porque estemos afiliados a un mismo movimiento o partido, es el ideal o principio el que aglutina a perfectos desconocidos alrededor de una causa en común.

Ante esta nueva realidad, sumada al lento pero seguro despertar de los movimientos sociales de calle y la independencia mostrada por la actual Sala de lo Constitucional, el Ejecutivo grita golpe de estado. Torpe reacción, que lejos de ganar voluntades, busca convertir en enemigo del gobierno a todo el que se atreve a cuestionarle. Hablan de tender puentes, pero atacan al que esta del otro lado del río.

El cuento del golpe de estado ha demostrado en el pasado ser la fase uno en el manual del aspirante a dictador para afianzarse en el poder, y muy probablemente es lo que esté pasando ahora en Turquía. Cuando un gobernante dice que está expuesto a la amenaza de golpe, busca restar poderes a los otros órganos del estado y limita las libertades individuales de los ciudadanos, de tal forma que concentra en el Ejecutivo el poder necesario para “evitar” ser derrocado. Así mis queridos compatriotas, se forjan las dictaduras.

Señor Presidente, no se confunda, ni quiera confundir a nadie, lo que queremos los salvadoreños es un país libre de corrupción, donde funcionen las instituciones del estado, queremos un país donde todos seamos iguales ante la ley, incluso los funcionarios de gobierno.
Buscamos construir una nación de verdaderas oportunidades, donde no se necesite ser miembro del partido de turno en el Ejecutivo, para obtener un trabajo o ganar una licitación. Presidente, las voces críticas y movimientos sociales no nos vamos a silenciar, no nos van a intimidar. Mentir llamándonos golpistas solo le resta credibilidad, algo que no abunda en su gobierno. Ustedes que dicen que lucharon por el derecho a la libre expresión, hoy les toca respetar a los ciudadanos, que en el pleno uso de dicho derecho, demostramos en formas pacificas nuestro descontento con su gestión.

*Colaborador de El Diario de Hoy.
@jpelsalvador