Y vos, ¿en qué creés?

El problema de hoy en día: intentamos encasillar y etiquetar. Creamos bandos todo el tiempo. Hay un bueno y un malo; estas a favor o estás en contra. 

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05 August 2016

"Yo a vos no te entiendo. Ponete claro, o estás de un lado o estás del otro”, fue la reacción de mi amigo cuando le dije que estaba de acuerdo con la sentencia de inconstitucionalidad de la Ley de Amnistía. 

“Y aparte… ¡Cómo podés cuestionar al gobierno y a la oposición! ¡Eso es como doble moral!”, siguió. 

Y es que precisamente ese es el problema hoy en día: intentamos encasillar y etiquetar. Creamos bandos todo el tiempo. Hay un bueno y un malo; estas a favor o estás en contra. Pero que ni se te ocurra no estar de un lado, porque sos un hipócrita…

“Creés en cosas distintas. Una especie de incongruencia…”.

No es incongruencia ni hipocresía. Es cansancio de querer quedar bien con un bando u otro. Hay que despertar y cuestionar lo que merece ser cuestionado. De quitarse el miedo a ser distinto. 

Vivimos en la sociedad del “qué dirán” y “qué pensarán”. Enfrascados en un pensamiento inflexible. Nadie lo dice, pero todos lo saben. Piensan distinto, pero no se atreven a decirlo. Vale más mantener el status que pensar de forma autónoma. 

La física es precisa en estos casos. No existe edificio en el mundo que sea totalmente rígido. Dentro de su estructura existe un núcleo resistente acompañado de elementos flexibles. Los ingenieros lo saben, los terremotos existen y la flexibilidad ayuda a absorber los impactos para evitar un quiebre total…

Lo mismo pasa con las ideas. Tienen un núcleo esencial que deben ir acompañadas de elementos flexibles. Lo anterior tiene un nombre: criterio y conciencia. Este es el ingrediente para evitar el encasillamiento y un eventual colapso. 

“¿Entonces? ¿En qué creés pues?”.

Creo en la libertad individual de las personas. No creo en los bandos rígidos. Creo que la pluralidad es una riqueza y su mejor ventaja es que nos obliga a encontrar una tercera alternativa. 

Creo en defender la libertad de creer y no creer en un dios. Creo en la necesidad humana de la espiritualidad. Creo en la laicidad del Estado y que las creencias de cualquier índole no deben imponerse por medio del poder estatal. 

También creo en la libertad económica y en la necesidad de redirigirla en función social. No creo que el Estado sea el más apto para garantizar el desarrollo social. Creo que el sector privado debe tener más conciencia y humanidad. ¡Qué mejor forma que aplicar los principios de eficiencia para fines de desarrollo social! 

Creo que los pandilleros son el resultado de una sociedad egoísta e indiferente ante los menos privilegiados.

No creo en los demagogos, ni en los que regalan escobas. Creo en los que actúan, en los que rinden cuentas y los que aceptan cuando se equivocan. Creo que un funcionario que renuncia cuando se equivoca es valiente. Y por eso creo que el Estado está repleto de cobardes.
 
Creo que en las bases de ARENA, FMLN, PCN, y demás partidos hay gente capaz y honesta que deben quitarse el miedo a romper con la rigidez y la política tradicional. ¡TODOS debemos apoyar la renovación en todos los partidos! 

Creo que la sociedad civil es un motor esencial en la vida de una democracia y que merece ser respetada cuando quiere actuar con independencia de los actores políticos. 

“En eso creo. Y vos, ¿en qué creés?”, le respondí. 

*Licenciado en Ciencias Jurídicas de la 
Escuela Superior de Economía y Negocios
@herbertescoto