Lo comprobé una vez más esta semana visitando una finca de café cerca de Tecapán… A los pocos kilómetros de salir de la carretera litoral y adentrarse en la campiña, se siente el aire fresco y oxigenado y la naturaleza vestida de una infinidad de verdes, desde muy claros hasta muy oscuros… Ya en la finca, vimos enjambres de bambúes verdes de diez metros de altura y una infinidad de arbolitos de café de diferentes clases en el invernadero… Después de un buen rato de observar y escuchar atentamente sobre la fauna, la flora del lugar y oxigenarnos, tomamos el camino a Santiago de María, por cierto, en fiestas patronales y como entre tanto ya eran las once de la mañana, tomamos un delicioso café del lugar acompañado de pan dulce en una casa grande convertida en cafetería…
Luego continuamos hacia Alegría y en lo más alto de la montaña disfrutamos las imponentes vistas del embalse y la presa hidroeléctrica “15 de Septiembre” y el precioso valle que se extiende desde las montañas de los miradores hasta el cauce del río Lempa…
Aquí es donde, respirado profundamente el aire puro de estas montañas, se siente uno orgulloso de las bellezas de El Salvador… Llegamos a Alegría, que también estaba en fiestas y casi sin darnos cuenta ya era mediodía… Decidimos buscar entre los puestos de comida alrededor del parque uno que tenía buen aspecto y degustamos una exquisita sopa de gallina y patatas recién fritas con sal y queso fresco y, luego, un café con quesadilla de arroz y queso… La gente del lugar es muy amable y en ningún momento sentí el temor, que siento todos los días cuando viajo por las calles de San Salvador…
Después continuamos hasta Berlín, desde donde envié un mensaje a un estimado amigo, diciéndole: “yo también estoy en Berlín”, pues él, ese día en un tour por Europa, está unos días en la capital alemana, que también se llama Berlín…
De vuelta a San Salvador bajamos las montañas hasta llegar a la carretera Panamericana y un poco después pasamos sobre el puente del río Lempa… Siempre que paso por aquí recuerdo muy bien cómo eran el puente Cuscatlán y el Puente de Oro…
Unos 30 kilómetros más adelante, pasado el desvío de San Vicente, paramos para admirar el esplendoroso y verde Valle de Jiboa que se presenta, bien como el inicio hacia arriba o el final hacia abajo del imponente volcán Chichontepec…
Pues sí, la naturaleza de El Salvador es linda y tiene un gran potencial turístico, pero al mismo tiempo, un gran problema… Los salvadoreños que no la cuidamos y la estamos poco a poco depredando… Nuestra naturaleza es tan rica en belleza como la de Guatemala o Costa Rica, con la diferencia que la gente allí las cuida mucho más que aquí, porque la consideran su patrimonio… Y cuando todo es de todos, todos lo cuidan como en Europa con sus preciosos bosques… Aquí, como todo es de todos, la mayoría espera que lo cuiden otros… Y esta es la reflexión, “si queremos un país lindo”, autoridades y ciudadanos tenemos que cuidarlo mucho más para disfrutarlo más nosotros y dejárselos en buenas condiciones a las siguientes generaciones…
*Columnista de El Diario de Hoy.
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