Pan y circo, receta perfecta para el olvido

Si no reclamamos, dejamos que un noble servicio, como lo es la política, sea un escenario de bufones y payasos que esperan ser recompensados con las carcajadas y aplausos de un público fácil y barato.

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06 August 2016

"Nam qui dabat olim imperium, fasces, legiones, omnia, nunc se continet atque duas tantum res anxius optat, panem et circenses". Estas palabras en latín, escritas por el poeta romano Juvenal en la Sátira X, pueden traducirse, un poco libremente, de la siguiente forma: “Aquellos que alguna vez eligieron gobernantes, magistrados, legiones y todo el resto, ahora no se involucran más y están contentos con solo dos cosas: pan y juegos de circo”. 

La frase, aparentemente trillada, ha trascendido el tiempo por la verdad que contiene. Juvenal, acérrimo crítico de la corrupción y de la decadencia romana, intentaba alertar a sus conciudadanos de las intenciones detrás de la falsa magnificencia de los políticos: los gobernantes de la antigua Roma buscaban, con el espectáculo y la distribución gratuita del trigo, distraer al pueblo, para que su atención no se centrara en los grandes problemas que atravesaban. 

Al parecer, la fórmula "pan y circo" ha sido efectiva –lamentablemente, por la comodidad y la falta de cultura ciudadana– y reproducida con poca originalidad por los políticos a lo largo de los siglos. Hoy en día, esta clase de gobernantes populistas abundan, tanto de “derechas”, como de “izquierdas”. 

No permitamos que los paseos, el gozo de las ferias, las entretenidas ruedas y el merecido descanso de las vacaciones agostinas se conviertan en aliados de los políticos, en ese pan y circo que aboba e hipnotiza a un país que aún tiene mucho por exigir a sus servidores públicos. 

La lista de pendientes y situaciones a las que debemos estar atentos es interminable. Por eso, sin afán de agotarlas, comparto algunas de ellas. 

Comencemos por San Salvador, la anfitriona de las celebraciones. Espero que el show del Alcalde en estas fiestas no haya obnubilado nuestras mentes, pues en la capital hay cosas a medias. El tan publicitado mercado Cuscatlán aún no funciona (originalmente se dijo que en marzo iniciaría operaciones; luego, que en agosto), y las supuestamente “recuperadas” calles y plazas del Centro Histórico siguen cerradas con unas láminas color celeste. 

No olvidemos que la Asamblea Legislativa debe funcionar sin suplentes. Esperemos que lo haga con normalidad y que los “diputados faltistas” (entre los que destacan Medardo González y Rodolfo Parker, ambos secretarios generales de sus partidos, FMLN y PDC, respectivamente) se concentren en ejercer el cargo de elección popular que ostentan. 

El Legislativo debe avanzar en temas urgentes, como la elección del CNJ, que lleva un retraso de diez meses, de la Corte de Cuentas y del Procurador de los Derechos Humanos. Junto con el Gobierno, además, deben encontrar una solución para salir del agujero en el que se encuentra el Estado por el ineficiente manejo de las finanzas públicas, y buscar cumplir las condiciones que el FMI ha puesto para firmar un nuevo acuerdo monetario con el país.

Del Ejecutivo hay tanto que decir. El fantasma de la reforma de pensiones todavía merodea entre nosotros. El problema del desabastecimiento de agua sigue sin resolverse. Han pasado 90 días desde el accidente de la camioneta de Casa Presidencial y no hay acusados. No hay fondos para pagar el Fodes y no se ha pagado a los pensionados del IPSFA. Para colmo, algunos funcionarios tienen salarios exorbitantes (un sueldo elevado no es sinónimo de calidad laboral) y las plazas en el sector público han ido aumentando año con año. Señores, es tiempo que ustedes hagan sacrificios y aprieten sus cinturones. 

El político y poeta francés Alphonse de Lamartine, decía que las democracias –aquellas desvirtuadas por la carencia de cultura ciudadana- “observan más cuidadosamente las manos que las mentes de quiénes las gobiernan”. Si no reclamamos y demandamos como ciudadanía, dejamos que un noble servicio, como lo es la política, sea un escenario de bufones y payasos que esperan ser recompensados con las carcajadas y aplausos de un público fácil y barato. Ojalá aprovechemos las fuerzas físicas y mentales que hemos recuperado en estos días de reposo. 

*Periodista. 
jaime.oriani@eldiariodehoy.com